viernes, 4 de julio de 2014

El PLACER DE LA CARNE

Los labios callaban los besos de infidelidad. Tan perfecta, tan erótica, tan sensorial. Imposible no querer poseerla, imposible no querer tenerla. 
Llegar a tu casa mirar al lado a la chica que un día fue tu sueño, a la que le dijiste nunca te engañare, con la que tienes sexo 3 veces por semana, que un principio querías follarla todos los días y a cada hora. Aun te quiero, piensas. Pues aun la quieres, pero necesitas buscar emoción en otras damas ¿Se acabó el amor? ¿El “Por siempre” no existe? Y así es como sucedió. 
Noches eternas junto a su piel, junto a sus besos, junto a ella, mi dulce bella donna, la amaba tanto. Cuando la vi dije será mía, ahora que es mía me resulta aburrida, absurda, irritante, común, desesperante y poco grata. De pasar a salir todas las noches juntas o junto a nuestros amigos, pasamos a saldré con una amiga, saldré con mi hermana, a saldré con un amigo, mientras sales no sientes remordimientos, sientes curiosidad de si serás capaz de olvidar que le dijiste: ¡Te seré siempre fiel, no mirare a otra chica, soy tuya, tu eres mía, por siempre, siempre! 
Las calles se hacen más eternas cuando quieres ser infiel, la ansiedad se refleja en tu rostro, quede con ella a las 22:00 en un bar que nunca he habitado y que sabes que nadie de los que conoces iría a meterse allá ¿Por qué? Porque solo es un follón. Una aventura. En tu casa te espera tu mujer, y ahí estaba sentada, con su ojos color verde selva, la sonrisa amplia, la falda corta y las tetas perfectas y anunciantes. Me pare frente ella, le bese una mejilla y me senté a su lado. Hablamos de todo, pero para mí fue de nada, solo puse atención a lo que me importaba, cuando el alcohol entro en nuestros cuerpos, olvide a mi amada, olvide la fidelidad y desate mi locura, atornille mi lengua en su boca, le contemple el oído con mis suspiros, la aniquile con un golpe en el culo y le lancé un ¡Vamos! Con la mirada. 
Llegamos a su casa, una colchón en el piso, recién mudada. Me torne animal e insaciable, la mire con ojos de quiero todo, pero mañana te dejo. SOLO ERA UNA AVENTURA, le deje claro en la cabeza, una vez y nada. Le quite la ropa con una agilidad que creía perdida, interne mi cara en sus pechos colosales y mordí los pezones que me saludaban tiesos y me pedían a gritos que los lamiera, metí mi nariz en su sexo, olí, toque, penetre, lamí y excite. Le hable soezmente. La use, la consumí, la desee y la olvide. Me acosté a su lado porque la noche ya estaba bien avanzada, deje que me pasara toda su hambrienta lengua por mi vulva preciada por mi amada, pero que se la concedía a ella por esta noche que fui tentada con las manos del diablo de la infidelidad. Sentí cada sensación, la hice mía, la guarde en mis recuerdos y mi calentura, imágenes rotas y despiadadas de mi culpa. Me sentí mal, me sentí bien. Un limbo en el que transitaba, ya estaba hecho. La culpa fue momentánea, porque ya luego iba pensando que este juego me gustaba, le dije: ¡Nos vemos! Le encendí unas palabras, me marche, cerré la puerta y me olvide de ella por ahora. Llegue a casa, me acosté al lado de mi bella sin decir nada, ella me abrazo como todas las noches, me puso una pierna en mi pierna. Dormimos. 
Al otro día hice como si nada, espere la noche, la infidelidad me llamaba, pero no con la “Verde selva” ahora con la morena de ojos miel. Fui a su casa, la prendí con caricias más apasionadas, le desabroche el brasier, sus enormes senos reposaban en mis manos de una hambre voraz, me tentó la gula, quería comerlas como una bulímica, pues sabía que después las abandonaría de mi cuerpo, mente y vida. 
Sus pechos me desesperaban, eran tan bellos, tan llenos, me colmaban hasta el cansancio. Cuando llegue a su vagina completamente despejada, gorda, asfixiante, deleitosa, golosa e insaciable, por más que la estimulara y gemía, quería más, no se cansaba, la folle con mis dedos hasta la irritación y ella con una mirada diabólica me absorbió, me suprimió, me embadurno con sus besos y lengüetazos, abrió mi sexo como si se tratase de una flor, mis labios se enternecían con tanta codicia y mi respiración se aceleraba con tanta brutalidad de su lengua experta. Alcance el cielo, alcance una estrella, grite fuertemente a la luz de las velas, de un incienso aturdidor y de un orgasmo que daba cabida a una fiebre más alta, a una necesidad de carne, de roces de que no habría forma de calmar esta sed infiel que se había despertado en mí. Yo era bella, mi bella era bella, mis amantes eran bellas, pero que más, solo me entregaban noches placenteras y después desecho. Sentí la gula, sentí la lujuria, sentí la codicia y todas esas sensaciones entremezcladas daban así “El placer de la carne”.

martes, 1 de julio de 2014

BENDITA LOCURA

Piel, suspiros, risas y gemidos todos envueltos en un trance anecdótico. Si pudiera no pensar así, si pudiera no sentir de esta forma, creo que me incendiaría de igual manera.
Noches cálidas de perversidad. Necesitaba buscar a mi presa, a mi objeto, la belleza plasmada en un rostro angelical. Mire mi reloj, sopese un momento todas las consecuencias de una arrebatada ida a sus brazos y me lancé de manera indescriptible a los besos de la condenada reina de la lujuria. Juguete karmico y vulgar.
Labios rosa, piel blanca, ojos grandes y sonrisa santurrona. No esperaba más de aquella chica que me poseía los sentidos. Era un milagro que estuviera conmigo esta noche y todas las venideras. Obteniendo de sus infieles besos una sonrisa irónica y un “Te quiero” inventado por la calentura, porque cuando uno está en esos momentos de gloriosa candidez no piensas bien lo que dices y das. Te dejas llevar por las sensaciones, emociones, intenciones e intensidades.
Sus manos se posaron en mi sexo ya desnudo bajo el manto estrellado de una  noche de verano, pues ni los astros pudieron distraerme de la contemplación divina que tenía frente a mí. La más linda perra, la más bella y seductora. Escondía tras esos ojos centelleantes una verdad y una mentira, la verdad es que no me quería y la mentira es que profesaba amor eterno. Sabía de sobra que apenas pudiera arrancaría y se refugiaría en otra piel más tierna. Porque gustaba de saborear pieles jóvenes, bendecidas por montañas enormes y curvas peligrosas.


Me embadurne las manos de saliva para poder entrar de golpe entre los pliegues de su sexo, pero la muy puta estaba cubierta de fluidos. Sus pezones ardían y apuntaban a ser mordidos, besados por mis pequeños labios, sin pensarlo dos veces busque pasar la punta de mi lengua en ellos sin dejar de follarla con mis dedos. Escucharla gemir y ver como el vaho dulce salía de su boca carnosa y chupona me tenía la cabeza aturdida. Quito mi mano de su sexo, me beso nuevamente, bajo hasta mis montañas perfectas, apretó y sonrió, se internó en ellos, para lamer lentamente mi estómago y llegar a mi vientre. Se detuvo, suspiro, me mordió los costados de las caderas, suspiro, me abrió los muslos, gemido, sus uñas se enterraron en mis piernas, aullido. Su lengua bajo a mi monte y sus delicados dedos abrieron mi vagina y encontraron el punto vibrante. Sus lamidas se volvieron ardientes, me comía fuertemente, punzaba con la punta de su lengua mi hinchado botoncito y yo me encontraba perdida. Bajo hasta mi hermosa abertura, sucumbió con su lengua endemoniada y me follo de manera perversa. Yo separe un poco más mis piernas, porque sentía que venía el orgasmo, que me haría gritar bajo el cielo nocturno. Sin más mi cabeza exploto y de mis labios salió la melodía más desquiciada y me recosté en sus hombros. Ella me tumbo a su lado. Las dos desnudas mirando el paraje negruzco. Su mano sobre la mía, mi mano libre internada en su sexo otra vez para verla sentir, para escucharla gemir, para deleitarme con unos cuantos más gritos de la Zorrita sin alma y pensaba: Ella solo quiere mi juventud, mi cariño, mi energía…luego se buscara a una igual o más joven que yo, pero me saciare con su sed de placer infantil. 

ÁNGEL Y DEMONIO

Se puso sus pantis hasta el muslo, tocando el encaje que apretaba sus muslos de fuego, endiosaban su imagen divina, era un completo pecado desde el día en que su cuerpo comenzó a desarrollarse, los hombres siempre la miraron, pero ella nunca quiso a los chicos, siempre quiso a las chicas, a pesar de que su fuego resultaba difícil de aplacar. Vestía estas pantis desde joven, porque le encantaba ser la fruta más apetitosa dentro de su grupo de amigas. De principio todo era por juego, sus amigas y ella tocándose inocentemente, mientras que ARIELA pensaba en lamer vaginas como por deporte, su lengua cada vez se hacía más experta y se autodenominaba la “Come coños”. 
Se puso su mejor vestido y salió en busca de hembras, era una cazadora nata, sabía de sobra que en su cama nunca dormiría sola. Una noche, una chica. Ese era su plan todos los días, no le aburría, porque lo veía como una profesión nocturna, pero su gran paga era el placer que conseguía de aquellas “Tontas chicas soñadoras” solo dos veces se acostaba con ella en un mes, no gustaba de comer siempre la misma piel, no podía ser de nadie. Disfrutaba de pasiones esporádicas, a la mañana siguiente las despachaba temprano, y a la noche o era la misma u otra. 
Se sentía como el tipo del perfume, buscaba siempre un olor más glorioso que el anterior. Aunque una vez se dejó encarcelar por una mujer mayor que ella, su sexo olía a un durazno jugoso. Estuvo a punto de perder la cabeza, pero recordó que ella pertenecía a las nuevas sensaciones, aunque hasta el día de hoy no podía sacar de su cabeza a aquella mujer que le enseño la maestría completa de esa lengua de fuego, que podía hacer venirse a cualquiera en unos segundos. 
Saco un durazno, lo olió y le dio un mordisco, su cuerpo se electrizo y pensó: Durazno, el olor de mi dulce amor ¡Pero no nací para amar, nací para follar! Guardo su dildo grande en la cartera, se puso su chaqueta de satín negro, sus high heels aguja y se internó en la inmensidad de la noche, entro a una disco con el nombre en neón. Siempre un lugar diferente, una chica diferente. Sabía de sobra que la conocían en la mayoría de los sitios, pero vivir en una ciudad tan grande le daba la garantía de que podía seguir siendo una sombra misteriosa y desconocida. Entro, fue al baño privado, saco una pastilla y al tiempo sintió los efectos del éxtasis. Exaltada, fue a danzar a la pista sensualmente, no buscaba, ellas llegaban al ver una figura escultural en un vestido ceñido color rojo, labios mortales, ojos verdes intensos, tez blanca, pelo negro azabache. Era una bendita diabla deseable por el mismo cielo, comenzó a tocar su cintura de avispa, sus muslos y dejo entrever las ligas. Una chica igual de drogada se le acercó, pequeña, rubia e inocente. La inocencia la cautivo, la miro, se pegó a su cuerpo, a sus senos contoneantes, se refregaban, se erectaban. Una necesidad enfermiza por aplastarse, rozarse, comerse, lamerse…
Las manos hicieron lo suyo. La chica inocente, meneo su rubia cabellera, le dio la espalda y le refregó su fino trasero en el sexo, presiono en su sexo. Las manos de Ariela comían los gruesos pechos que se le entregaban, los apretó con furia, bajo hasta el sexo de la chica, en unos segundos se fueron al baño, se pegaron unas líneas…mientras la rubia halaba, la diabla metía las manos en las bragas de la otra. La chica se subió en el lavabo, abrió velozmente las piernas y ante los ojos de Ariela se presentaba una vulva fina y estilizada, sin bellos, blanca y rosa en su interior. La vio como una fruta y se embriago con el aroma que expelía, hasta sus jugos eran de un sabor dulzón. Su clítoris era ínfimo pero gratamente estimulante. La abrió como si fuera una flor, recorrió con las yemas de los dedos los labios interiores y la chica solo deseaba ser besada, pero Ariela se tomaría su tiempo con cosa tan exótica que se le brinda, se levantó. Le quito la polera para dar salida a dos senos protuberantes, pezones claros y puntiagudos, posó sus labios, los mordió suavemente, se quitó el vestido, quedo en pantis, ligas y high heels. La pequeña como si se tratara de un premio tomó los pechos de Ariela, los metió de lleno en su boca como pudo y su mano bajo hasta el trasero de ella, pero Ariela nuevamente le indico que se subiera y abriera bien sus piernas. Empezó a meter un dedo en la abertura, acerco su oído y gimió al escuchar el sonido que esta hacía al contacto de su dedo que se internaba cada vez más adentro, luego lamió, el sexo se hincho, tomó su cartera, saco el dildo doble. Se lo metió a la rubia y esta empezó a gemir como una loca. Ariela le quito el juguete de su sexo, no la dejaba terminar. Se sentó ella y la pequeña le comió el coño salvajemente. Cuando Ariela sintió que estaba bien húmeda, bajo, le indico que se sentará en cuatro patas en el suelo, y ella hizo lo mismo, tomo el dildo, lo introdujo en la vagina de la chica y luego en el suyo, comenzaron una danza chocando con sus traseros, penetrándose sin descanso y gimiendo en sintonía, gemidos, sudor, golpes fuertes al chocar las nalgas, sus senos balanceaban. El cielo y el infierno follándose. La rubia y la morena, el bien y el mal, la inocencia y la perversión, el ying y el yang bailando la misma melodía diabólicamente angelical. Sus cuerpos excitados, follados por el empuje de ambas fuerzas se tensaron, gimieron, gozaron y descansaron. La diabla al frente del ángel. Ariela le introducía nuevamente el dildo celestial y se incorporaba para ingresarlo en su sexo, haciendo fuerza para que entrara de lleno en sus delicias, sus manos apoyadas en el suelo, desde esta perspectiva cada una podía ver sus caras entregadas al placer, sus senos saltando, la boca entre abierta para dar paso a otro sinfín de sensaciones orgásmicas.
placer, deseo. la diabla y el ángel...Se sentía como el limbo de la lujuria eterna.

MI MEJOR AMIGA


Sentada frente a mí con sus piernas largas y esa minifalda que con tanto movimiento dejaría ver su ropa interior en algún momento, apoyada de forma desinteresada mi buena amiga, mi mejor amiga, jamás pensé sentir este deseo por ella. Me acerque como una buena chica y enrolle mi brazo en su cintura, la acerque a mí, le bese una mejilla y le dije: Te quiero, eres mi mejor amiga. 
-¿Qué sucede?
-No sé, solo quería decir cuánto te quiero. 
Sonreímos al mismo instante, nos miramos por un momento y ella empezó a llenar nuestras copas con un vino dulce. Tomo uno de los quesos importados me lo metió en la boca y me sonrió nuevamente. Yo sentía el calor en mi entrepierna, como los jugos comenzaban a expandirse por mi sexo y deseaban ser bebidos por la boca de mi buena amiga. Puso una canción sensual, y comenzó a danzar al ritmo de la música, me tomo de la mano, se pegó a mi cuerpo en una noche acalorada. La bebida mortal se nos estaba subiendo a la cabeza, el dulzor impactante que te hace beber como si fuera un jugo inocente nos hizo extasiarnos. Bailamos un buen rato y ella nuevamente se fue a apoyar al bar y contoneo su trasero de una forma angelicalmente sexy. Pronuncio mucho más su culo para que esta vez si pudiera ver su ropa interior, me acerque, no me pude aguantar, me tire al suelo como suplicando, mientras ella movía ese precioso trasero en círculos y lo restregaba en mi cara, mis manos deseaban jugar con su ropa interior, lentamente subí una de ellas por su muslo.
-¡Somos amigas!
-Te prometo que esto no arruinará la amistad. 
-No prometas ¡Júralo! 
-¡Te lo juro!
La calentura no me dejaba pensar y ella nuevamente me entrego la oscilación de sus nalgas, yo subí lentamente mi mano por su muslo, sentí como su piel se erizo al contacto de ella y llegue paulatinamente entre la parte más alta de sus muslo, mi dedo tiro un poco del tirante de su ropa interior y lo soltó, ella gimió, seguí tirando de él, cuando en una cuarta oportunidad comencé a sentir como de su sexo fluía ese ansiado líquido que quería en mis labios. Con mis dientes tire nuevamente del calzón, para luego dar paso a mi mano y correrlo a un costado, mientras con mi lengua lamía su entrepierna apretada y jugosa. Mi mano libre busco por delante su clítoris, le corrí un poco su ropa interior para dejar entrar mis dedos y encontrar el punto que desataría a esta nena. 
Ella gustosa abrió sus piernas, me dejo entrar con mayor facilidad en su suculenta vagina, la estimule en la abertura y en el botoncito hinchado de su vulva, comencé a abrir mis piernas para que mis jugos escaparan un momento. Ella comenzó a suspirar de forma animal, se dio la vuelta, quedo frente a mí, abrió sus labios y me metió de lleno la boca en su coño acuoso, mi lengua puntiaguda azoto su clítoris implorante por dejar salir a la luz el orgasmo perfecto de su boca pequeña. Tiro de mi pelo, me ahogo en su inundado sexo, apreté más fuerte con mi lengua y sentí las convulsiones pélvicas que me azotaban la cara y comenzó a gritar, tirar de mi pelo e implorar que parara. Rápidamente metí mis dedos en su hendedura y la folle ferozmente. Su cara perfecta, el sudor que caía entre sus pechos solo cubiertos por una camiseta que dejaba muy a la vista los pezones erectos, subí mi mano libre, le retorcí un pezón, gimió, su rostro se volvió ardiente, me cogió, me tiro al sofá, abrió mis piernas brutalmente, chupo mi sexo, saboreo mis fluidos y luego ingreso un dedo ferozmente, estaba fuera de mí, escuchaba como el sonido de mi vagina y pensaba: ¡Exquisito! Me la quiero follar. Me levante sin darle explicaciones, saque mi cinturón con un enorme pene, lo lubrique, ella me miro con ojos vidriosos y me la folle en el suelo de manera deliciosa. La penetre despiadadamente…chupe sus tetas gigantes, la le retorcí los pezones y las lamí, mientras el falso falo la hacía gozar y yo gozaba al verla gemir.