martes, 16 de octubre de 2018

Feroz: Cuarta Parte.


Ya había comentado anteriormente que los hombres no codician a las mujeres intimidantes. Debo reconocer que me gusta ser yo quién llevé el control a la hora de tener sexo. Indicar las posiciones, coronarle la cara con mi chichi. Moverme de forma compulsiva y acariciar con mi vulva expuesta sobre su lengua destellante. Le cubría la cara, lo marcaba, lo poseía. Me gustaba esas noches de citas solo por una noche y utilizar sus penes como un bendito dildo. 

Ya he hablado de que me encantan las hierbas que se fuman, y las sensaciones que me provocan. Precisamente una de esas veces en que me quise pegar un follón volada. Fue cuando logré cierta disociación exquisita. Y sí, efectivamente puedo verlos como juguete sexual. Separaba el cuerpo de su miembro. Olvidaba que él estaba y era yo brincando y buscando tener más de un orgasmo como siempre. 

He conocido a bastantes chicos. Algunos aun son amigos, otro solo una vez, y algunos amantes ocasionales (Esos momentos en que la calentura te domina, y necesitas satisfacerte en ese preciso momento). 
Antes de decidir ingresar era todo pudor. Ahora he comprendido cómo funciona el juego, y como puede resultar sencillo para una mujer saltar de hombre en hombre. Sin embargo, yo decidí que me gustaba más así, porque el hombre en sí, no nació para una vida monógama. 

Prefiero estar soltera y no tener que estar dándole explicaciones a un alguien. Ya pasé por esas relaciones fieles en las que me aburría demasiado. Mi última relación, era con un tipo llamado Fabián. A Fabián le encantaba planear nuestros encuentros sexuales, que por otro lado, eran bien lejanos. Tenía un trabajo que le demandaba mucho tiempo, y las veces que nos podíamos ver eran contadas. Siempre planeando el momento, la gran noche, que culminaba en comer románticamente en algún sitio, ir a un motel nuevo o bien, cenar en su apartamento, cenar, y terminar teniendo un sexo tan fingido, hasta podría sospechar que el tipo más de una vez fingió sus eyaculaciones. Con Fabián inventada montones de eventos para terminar más insatisfecha que antes. Estuve alrededor de unos 2 años. Hasta que me llegó una invitación, más bien, busqué mi pase a estos lugares. En la hermosa internet encontré un curioso anuncio de "Fiestas privadas en una casa". Enunciaban que la próxima fiesta se haría X fecha, en X lugar, dejaban un correo, y a través de ese correo te daban un número telefónico y una contraseña. 

Era un grupo de al menos unas 100 personas que eran recurrentes en estas fiestas. Yo estaba en un grupo de "Whatsapp" con otras 24 personas más, y uno de ellos, Roby, un gringo nacido y criado en California, con pinta de surfista y un español muy bueno. El hacía como moderador de este grupo, y nos texteó : 

-¡Hola chicos y chicas! Bienvenidos todos. Mi nombre es Roby, llevó alrededor de 10 años en Chile, y comencé a realizar estas fiestas en mi casa, principalmente, se realizan en mi hogar. 

Nosotros seremos el primer grupo, la contraseña como ya se la mencionamos es: "Noche de antifaces". Y por ningún motivo deben quitarse el antifaz, y antes ya deben tenerlo puesto. 

Como ustedes son todos novatos. Este es el primer paso. Porque nosotros queremos un "Festín" de cuerpos revueltos, y solo se escogerán por un deseo carnal. 

Es indispensable saber quiénes quieren participar y pertenecer, porque nuestro lema es "Oda constante al placer". 


Quienes quieran entrar, deben renunciar por completo al compromiso, y entregarse a los instintos, y ver a un otro solo como un objeto. Es un ejercicio constante y se puede lograr. 


¿Quién está dispuesto a explorarse y a renunciar a una vida monótona? Pueden pensarlo, les doy 24 horas. Mañana, a la misma hora espero sus confirmaciones. 

De los 24 quedaron 15, y al otro día la cifra bajo a 10. Finalmente, cuando llegó la hora en que debíamos dar una respuesta. Yo, sin ni siquiera pensarlo o evaluarlo por 24 horas. Solamente me concentré 3 horas antes en ver todos los pro y contras. 

Como Pro, yo sabía que quería conocer a alguien que pudiera darme más de una sesión de sexo, y que resultase de modo espontáneo sin tanta premeditación. 

Como segundo Pro. La otra noche salí con amigas después de terminar mi relación con Fabián el que planeaba sus cogidas. Decidí que era hora de darle un giro a mi vida sexual. Y entre salud, y varias copas en el cuerpo. Todas ellas y yo gritamos a coro: "Solo queremos un buen polvo". Hasta en un momento de la noche pensamos en llamarnos las "Inculeables", debido a que antes de querer entregarnos al mercado del descubrimiento sexual. Coincidimos todas, en que mejor no nos folláramos a ningún tipejo más e hiciéramos una secta no satánica, pero prácticamente era hacer celibato como las "Inculeables". No dejaríamos que ningún hombre entrará a nuestra compuerta de la felicidad. Al final como ya les dije, terminamos decidiendo que lo mejor era volverse loca y cogerse al que quisiéramos. 

Tercer Pro: Conocer mi cuerpo. El contra era solo "¿Y si me arrepiento?". 

Mandé un mensaje al grupo, y fui la primera en decir: 

-¡Sí, acepto! Estoy dispuesta. 

Roby me envió mensaje de inmediato, agradeciendo mi participación, y que luego que los otros (Ya quedaban 7 contando a Roby) Dieran su respuesta. 

El segundo que confirmó fue Esteban, luego, Isis, Linda y Alberto. Por último, el que faltaba y nunca supimos nombre, ni vimos su cara terminó por dejar el grupo. 

Roby escribió: 

De los 25, quedaron 6. Siempre ocurre cuando proponemos renunciar al compromiso. El hombre siempre le gusta negar su naturaleza, y olvidan que la vida es para disfrutarla. Al fin y al cabo, todos moriremos. Que por lo menos en tu lápida diga "Gozador". 

Nos pidió indicar nuestros nombres o apodos. Yo esa noche, decidí llamarme feroz. 

Roby me preguntó al tiempo: 

-¿Por qué escogiste llamarte "Feroz"? Y envió un diablito. 

-Porque aquel día, en aquel momento en que nos pediste confirmar nuestra participación, me sentía así, y quería comerme al mundo. 

-¡Interesante! Vaya que lo has hecho. Envió emoticones de risa. 

-Ha sido la mejor decisión que he tomado. 

-Sin duda. Y me mandó otro diablillo más. 

Luego, de presentarnos todos los participantes. Y de esperar con una ansiedad extraña lo que sucedería. Nos pidió una antifaz en específico, nos indicó donde comprarlo y que vistiéramos formal. En unos días iría a la gran y glamorosa fiesta. A parte de Roby, estaría todo el grupo de moderadores (Eran 10 personas más, aparte de nosotros 5). Habría una cena de 5 tiempos en nuestro honor. Como iniciaríamos, todo se sabría aquel día. Un sábado a las 21:00 horas en un apartado lugar. 

Nos explicaron que un chofer nos vendría a buscar a nuestras casas y nos dejaría en lo de "Roby". Debíamos ir con nuestro antifaz puesto antes de ingresar al lugar. Yo me puse un labial mate de vino, un vestido bastante conservador con un escote deplorable, y ropa interior del mismo tono que mis labios, y unos bellos tacones bien bajos. Con mi pelo al viento, y mis piernas largas bajé del carro, y observé el hermoso lugar cubierto de faroles, había mucha naturaleza alrededor de una construcción toda hecha de concreto, con espacios abiertos que se conectaban con el verde de los jardines. 

Ya iba con mi antifaz y las piernas temblando, debido a la incertidumbre y la activación de todos mis miedos ¿Cómo era posible que hubiese llegado tan lejos? Ya estaba aquí, y mientras más me acercaba por un camino de vidrio cristalino. Miré hacia abajo y dentro de este camino recorría un pequeño riachuelo, muchas piedrecillas ubicadas estratégicamente para producir un efecto de vertiente. 

Entre el arrepentimiento, el asombro, divisé a lo lejos una cabellera rubia y desordenada, junto a él un hombre vestido como garzón nos esperaba con una bandeja con diferentes cócteles, entre ellos, un daikiri frambuesa. 

Roby espero que llegara ante él, y me observó de pies a cabeza. Me dijo: 

-¡Hola! ¿Qué tal? Mi nombre es Roby ¿Y tú? ¿Tu apodo? 

-Bueno, es fer...oz. Susurré. 

-¿Cómo dices? 

-Pues "Feroz". Intenté elevar algo el tono. 

-¡Bienvenida, Feroz! Escoge un cóctel. 

Tomé el daikiri, y Roby chocó su copa con la mía y sonoramente me dijo: 

-¡Salud! 

Bebimos y anunció: 

-Fuiste la primera en aceptar, y has sido la primera en llegar. Por lo tanto, como te gusta ser "Voluntaria" Iniciaremos contigo. Tú serás la aprendiz y también la conejillo de indias de la inducción. 

Yo solo hice una "O" con mi boca, y el continuó: 

-Tranquila, hay palabra de emergencia. La idea es que disfruten y que esto no se vuelva un martirio. Entendemos que el pudor es uno de las emociones que más cuesta quitar, pero una vez que te entregas, y sigues las instrucciones, todo se volverá más fluido y fácil. Puedes ser una próxima moderadora. Por lo tanto, mediremos tu desempeño y participación, además, suma puntos la creatividad e innovación que puedas brindarnos. Hoy puedes desertar, o bien, puedes unirte definitivamente. 

-Pero...¿No qué ya debía decir que sí? 

-¡Sí! Ese fue tu primer "Sí", necesitamos 5 más de esos. No quiero entrar en más detalles. Se irá revelando más información a medida que tu vayas accediendo y sintiéndote cómoda. Esta, simplemente, es la primera prueba. Puede que te guste, y te sueltes de inmediato, como puede que te cueste, pero quieras seguir, o bien, lo hagas hoy, y no nos volvamos a ver. No puedes contarle a nadie sobre eso, es importante, solo los moderadores pueden invitar. 

No pude emitir palabra alguna, y finalmente, a lo lejos. Roby y yo vimos adentrarse sobre el camino cristalino a los otros cuatro. 

Se nos acercaron, nos saludamos, escogieron un cóctel, y nos indicaron sus nombres. 

Continuara... 

domingo, 14 de octubre de 2018

Feroz: Tercera Parte.

Precisamente les contaba de festines (Mi palabra favorita). Y "Desnudo". Porque la ropa se inventó solo para censurarte. Me la solía pasar en casa de "Juan" completamente en pelotas, y solía tener juguetes sexuales en la mesa, la mayor parte del tiempo. Al lado de esto se encontraba mi trago preferido "Daikiri de Frambuesa". Juan siempre sabía complacerme. Bueno, cuando estaba, viajaba montones, y yo debía tenderme desnuda en el jardín, mientras el sol me doraba la piel, y me producía una sed interminable. Estaba con mis gafas playeras, mi sombrero grande y apto para la ocasión, mi trikini color frambuesa, y una sonrisa osada en la boca.

Solía tomar el sol por unas horas, masturbarme ocasionalmente. Encendía un porro de indica, y percibía los cambios. Como deliciosamente mi cuerpo se acomodaba a las almohadas de la silla, y me iba mimetizando con él, me hundía, y alguien fantasma me daba masajes infinitos. Esta cepa suele provocar en mí un efecto bien interesante, y es absolutamente recomendado a la hora de intercambiar fluidos, y el paso siguiente era salir.

Noche, como siempre de noche. Porque me gusta esa hora. Siempre asociando "Lo prohibido" con lo nocturno.

¿Quién les hizo creer que las 05:00 AM era una hora peligrosa? Es el inicio del fin. Si no alcanzaste a comer antes, es tu último momento para participar en el festín.

Esta noche era solo de chicas, y el escenario estaba destinado para unos manjares dignos de ser lamidos.

Me producía mucha curiosidad participar en estas actividades, ademas jamás había besado, y por lo tanto, menos haber tenido sexo con una chica. Y desde que me entregué a los sentidos. Solo resolvía dejándome llevar por mis instintos, por cierto, los más deliciosos.

Soy bajita. Y como dice el dicho: "Lo bueno viene en frasco chico, y para algunos el veneno también".

Solo se me ocurría:

-Me encantan los hombres altos, idealmente, 1.80 hacía arriba. Y en cuanto al tamaño del miembro, no necesariamente es proporcional a la altura.

Yo soy multi-orgásmica, y es lo mejor que pudo haberme ocurrido. Tenía ciertos puntos, que conocí precisamente hoy, porque algo que tienen las mujeres es que saben exactamente donde tocar.

El lugar estaba repleto de tonos rojos, encajes, ligas, globos, juguetes, mujeres disfrazadas, y otras vestidas seductoras, sin embargo, fijé mis ojos en una guapa veinteañera mujer de cara tierna y juvenil, unos botones de senos, pero unas caderas amplias. Su cintura era diminuta, y tenía una risa muy dulce.

De los parlantes empezó a sonar "Lana del Rey-Queen of Disaster". Y salí a la pista con dos amigas. Diana (Lesbiana recién salida del closet junto a su novia) Lili.

Diana era un poco machorra, pero de esas bien rocker. Siempre andaba con jeans negros y rotos, unas zapatillas converse, y una polera de algún grupo, preferentemente "Spinetta".

Lili, por su parte, era tan delicada y femenina. Que hasta yo me sentía machorra. Tenía unas manos delgadas, dedos finos, siempre se hacía diferentes peinados, y se hacía una línea larga, negra de rímel en sus párpados, rematadas con un smokey eye. Usaba unos vestidos bien monos. Usaba tonos rojos, y encajes en algunas partes de su vestido, llevaba unas pantys negras, y unos high heels. Lili había salido del closet a los 15 años. Su madre era italiana, y su padre Español de Barcelona, mientras que los padres de "Diana" eran cristianos, y pertenecían a un grupo muy conservador acá en Chile.

Me parecía más atractiva "Lili", porque al menos por mi parte, si iba a estar con una mujer, debía sentirme atraída de una forma estética para atreverme a hurgar en su vagina. No estaba segura si esa noche después de habernos fumado montones de porros, y bebido entre las tres 2 botellas de vino Chardonnay.

Nos levantamos y fuimos a la pista, sintiéndonos unas "Reinas del desastre".

No quité mis ojos de la veinteañera, y soy muy frontal, tomé mi copa de vino, y le dije a Diana y Lili que nos acercáramos más al escenario. Quedé junto a la chica, y seguimos bailando. Ella estaba con su grupo de amigos, que ni siquiera miré, porque ya tenia un objetivo.

Simulé chocar junto a ella, y le dije:

-Disculpa, cariño.

Ella se dio vuelta y me respondió:

-No hay problema. Se me quedó mirando un buen rato y anunció: ¡Que guapa!

Bebí mi copa de vino, y no dejé de observarla, y susurré:

-Tu también.

Ella me dijo:

-¿Qué? No te oigo.

Acerqué mi boca a su oído y le susurré:

-Tu también.

Me sonrió y le devolví el gesto.

Me tomó la mano, y yo me sonrojé. La invité a bailar conmigo sin poder mirarle la cara, y ella aceptó.

Me agarró la cintura, me pegó a ella, y bailamos al ritmo de "Artics Monkeys-Four out of five" Tiene unos ritmos que me enloquecen, y me invitan a dejarme llevar por los bajos, los sonidos perfectos. El lugar esta cada vez más caluroso, me separó de ella, y ella me ofrece un porro. Le doy algunas fumadas, y se lo entregó.

Me pierdo en mi viaje placentero. Y como una electricidad la percibo en mis senos, en mi sexo y me provoca cerrar los ojos, elevar los brazos, y mover mis caderas como una danza árabe, de una lado a otro, dando unos círculos para que mi trasero se mueva, salté, reboté. Bailamos espalda a espalda, ella levanta con el porro encendido en la mano, fuma, me abre la boca, y me tira el humo. Por unas cuántas veces repite el proceso, y me muerde el labio. Pellizca uno de mis pezones erectos, y saltó de la impresión.

Su lengua juguetona lame todo mi cuello, se pierde en mi escote y mis tetas abrazan su cara.

Se complace pasando sus labios por el corazón que dibujan mis senos.

Le preguntó:

-¿Tu nombre?

-Roma

-Interesante nombre.

-Sí, mis padres están algo obsesionados con los italianos, y siguen las costumbres y tradiciones italianas. En fin ¿Cómo te llamas?

-Ana. Le susurré al oído.

-¿Ana? Lindo nombre. ¿Eres lesbiana?

-No lo sé. Es mi primera vez aquí, y tu eres la primera chica que me muerde el labio. Lo más cerca que ha estado una mujer de mi boca ¿Tu eres lesbiana?

-¡Así es! Rayos, fui tu primera vez, y me abalancé a tus tetas al instante. Son tan tentadoras, dan ganas de no salirse nunca más de ahí. Me gustaría verlas más resueltas. ¿Te parece si mis amigas se unen a tus amigas? Y bueno, nosotras... ¿Puedo cogerte?

La miré estupefacta, sonrojada, excitada, confundida, y con deseos de seguir curioseando.

-¿De qué manera quieres cogerme?

-Me pongo un arnés con un dildo en mis caderas, y podemos escoger el tamaño que te guste. Si quieres tu me coges después, y tienes otra "Primera vez". Me sonrió coqueta.

-¡Sí, me interesa! Le preguntaré a mis amigas que les parece si unimos a los dos grupos.

Me acerqué a Diana y le dije al oído:

-Ya encontré con quien acostarme hoy.

-¡Bien! ¿Quién es? Chilló.

Yo le hice una señal con la mano de que bajará el tono. Agradezco que la música estaba fuerte, tocaban "Underworld-Born Slippy" y todas saltaban al ritmo del electro.

Diana finalmente accedió, le gustó una de las chicas que andaba con "Roma", y a Lili, también otra le pareció realmente divina.

Pagamos una habitación entre todas e ingresamos a una sala con tonos frambuesa, y sabanas negras satinadas. Unos sofás, un bar en una esquina con vasos, copas etc...

Roma fue directo hacía a mí. Me acostó en un sofá de terciopelo negro, y me quitó el vestido de inmediato. Terminamos desnudas, pero aun no me acariciaba. Me tomó de la mano, y me invitó a escoger un arnés. Observé rápidamente los tamaños y escogí uno de al menos unos 12 centímetros.

-¿Estas segura? Me sonrió.

-¡Sí! Mejor irse con cuidado.

-Creo que exageraste un poco.

-Sí no me agrada, lo cambiamos.

Roma se puso el arnés, me recostó en el sofá. abrió mis piernas, y metió su lengua en mi vulva. Yo me tapé la cara, me daba pudor ver a una mujer meter su boca en mi sexo.

Ella, experta pudo hacerme surcar por diferentes lugares. Mi cabeza viajaba incesante, y comencé a gemir, y me percibí húmeda, chorreante. Roma metió un dedo de lleno en mi embocadura, y las paredes internas de mi sexo abrazaron su dedo dichosamente. Gemí, y advertí que su boca embetunada por mis jugos se acercaba a mis labios. Me besó, tenía el sabor de mi chichi en su lengua penetrante.

Me entregué a sus besos, y jugueteamos con nuestras lenguas. Bajó hasta mis senos, y mordisqueó mis melones.

Sin previo aviso sentí que el dildo apuntaba a mi abertura, y me clavaba imponente y cada vez más profundo. Se me empezarona colorear carmín las mejillas, y ella agarró mis caderas, acercó más su pelvis a la mía. Y me dijo:

-Este dildo tiene una sorpresa. Ya luego verás.

Comenzó a arremeter duro con el dildo, y veía saltar sus tetas glotonas. No me atreví, esa noche no me atreví a saborear una vagina. Hoy no, hoy solo aprendería.

Roma seguía metiéndomelo fogosa, poseída, sonriente, y mis ojos se turbaban sutilmente.

El dildo comenzó a vibrar, perdí la cabeza, gemía cada vez más alto, y sudaba copiosamente. Intenté decirle "Detente", pero no pude, y seguí alborozando.

Chorreaba como nunca antes de mi sexo, y me escurría por los muslos.

Mis tetas saltaban y Roma, sonreía traviesa hasta que ella comenzó a gemir. Me dio embestidas mucho más violentas y profundas, y el último orgasmo perduró al menos unos minutos.

Ella se echó sobre mi cuerpo, tomó una de mis manos y la puso en su cabeza.


Continuara...

lunes, 8 de octubre de 2018

Feroz: Segunda Parte.


“Existen noches en que uno se pierde, decide más que nada perderse. Hoy, precisamente, estaba en busca de esa clase de adrenalina. Deseaba imperiosamente llevarme a alguien a la cama”.

Sábado por la noche, las 12:00 am, me preparó salvajemente para salir. Vestido putero, tacones altos para alargar más mis piernas, y perfeccionar mi trasero. Me pusé mi push up, y salí a la noche con abrigo de piel. Prendí un cigarrillo, mientras esperaba el uber. Faltaba un minuto para que llegará el chico. Andrés, venezolano, y guapetón. ¿Tal vez, el sería el elegido?

Me fumé el cigarro rápido, y lancé grandes bocanadas de humo. Saqué un espejo, y me repasé el labial rojo sangre. El uber llegó, me preguntó si era “Ana”. Asentí, y subí.

El tipo era más guapo en persona, y observé que me miró con lascivia. Me preguntó:

- ¿Vas a una fiesta? Sonrió.

-No, solo a un bar. Le devolví el gesto.

- ¿Con amigos?

-No, sola. Buscaré con quién estar.

Me observó mudo por unos segundos. y fijó su vista en la pista.

Yo, sin aun a renunciar a mi presa, le pregunté:

-¿Te molestan las mujeres liberales?

El tipo dijo palabras que no pude comprender, y el viaje siguió sumido en un silencio absoluto. Le pagué, y le dije mientras me bajaba.

-Podrías haber sido tú esta noche. Sonreí.

No se si sonrió, se sonrojó o que, pero que tipo más pelotudo.

Llegué a un bar que frecuentaba algo constante, desde que decidí ser más osada, y decir siempre que sí, me la pasaba metida en estos sitios. Distintos, pero al final la gente es la misma.

Somos una pequeña minoría que escribe odas al sexo, y cumple cada rica y exquisita fantasía.

Aquella noche, quería a alguien diferente. Era fiesta de orgías, y lo más normal en esas situaciones es que llegan principiantes, otros que buscan una aventura de una sola vez, parejas de amantes, de casados, de novios, solos, lesbianas etc.

Tenía un deseo por acostarme con un trans, y lo más probable es que pudiera encontrar esa opción. Quería una mujer con pene, que me follara, que tuviera unas tetas grandes y jugosas. La sensación deliciosa de lo femenino y lo masculino en un mismo cuerpo. Yo era muy glotona, y Feroz. No me conformaba nunca con un solo cuerpo.

Y la idea de tenerlos a ambos, me excitaba en demasía. Entré sonriente, y saludé al portero, luego, a unos amigos, y me senté. Luis llegó a mi mesa, y me preguntó:

-Señorita, buenas noches.

- ¡Hola Luis! ¿Qué tal?

- Todo bien, señorita. Cumplí con lo que me pidió. Y me paso un papel.

- ¡Gracias, lo de siempre! Le pase un billete.

Abrí el papel, y decía mesa 8. Miré y busqué hasta dar con la mesa, estaba frente a mí. Una morocha increíble, de ojos verde selva, piel de chocolate, cabello negro como el carbón, y con una sonrisa juguetona mirando a su alrededor. Me quedé pegada y ella advirtió que yo no le quitaba los ojos de encima, y me sonrió.

El mesero llegó con mi copa, la levanté en su honor, y ella imitó el gesto. Me indicó con su bella y delgada mano una silla a su lado.

Yo, le hice una señal a Luis, el garzón. Él llegó enseguida, y me llevó la copa a la mesa de la chica.
Me senté, le besé la mejilla, y nos sonreímos.

- ¡Hola! me dijo en un acento caribeño.

- ¡Hola! ¿Eres cubana?

- ¡Así es, chica!

- ¿Es tu primera vez aquí?

-Sí, pero ya he ido por primera vez a varios bares de estilo. Y en España, Barcelona. Hay unos sitios exquisitos.

- Sí, el año pasado estuve en diferentes fiestas. Es extraordinario.

- ¡Bien! ¿Es tu primera vez aquí? ¿En este bar?

-No, yo los frecuento bastante, en verdad. Desde que los descubrí no he podido dejarlos.

- ¡Ya veo! Me sonrió pícara.

- ¿Estas soltera?

- Sí, hace bastante tiempo, y me viene ese plan.

- ¡Imagino que te llueven las ofertas! Reí.

- ¡Sí! Pero esta noche me gustaste tú.

Acercó su boca, y me besó cálidamente. Su lengua hizo movimientos circulares unificándose con la mía. Buscaba mordisquearla, y no aguantaba de momentos la risa. Acercó más su silla junto a mi cuerpo. Y me metió la lengua de lleno, en un beso profundo, caliente, ardiente, jugoso, y excitante.
Me lamió el cuello, y clavó sus dientes delicada. Yo exploté en éxtasis, porque siempre ha sido un punto G para mí. Y perdí la cabeza, me abalancé a sus brazos.

El calor se manifestó glorioso en nuestras mejillas. Ella, levantó la mano. Y Luis fue a nuestra mesa, pedimos una habitación por un par de horas. Abierta, para que cualquiera que quisiera participar, observar o lo que se les ocurriera, pudiera hacerlo sin ningún problema, y con una gran bienvenida de culos, tetas, y sexos.

Me tomó de una mano, y yo aproveché de comérmela con los ojos. Que nalgas, que piernas, y que tetas.

Llegamos a la habitación. Las paredes eran de un blanco puro, y la ropa de cama, y el resto de la decoración era con tonos negros y rojos. Las sábanas eran de una seda fantástica y envolvente.

Te invitaban a desnudarte, y sentirlas en la piel. Me recosté decidida en la cama, y me quité los zapatos. Ella, saco dos copas, y una champaña de un minibar. La habitación daba a un pasillo, y su fachada era toda de vidrio, y una pequeña puerta para ingresar. Las personas pasaban por el pasillo, y decidían si se quedaban ahí, y ver que sucedía.

Nosotras nos quitamos de inmediato la ropa, y bebimos el champán, mientras conversábamos animadamente. El cuerpo de ella era todo de chocolate, un trasero grande y parado, nalgas redondeadas, y sabrosas que daban ganas de morderlas. Sus piernas largas hasta el cielo, y dos tetas increíbles y perfectas. Sus pezones eran más oscuros que su piel, y apuntaban a mi boca.

Miré hacía más abajo, precisamente su paquete. Era grande y ya estaba erecto. Me gustaba esa dicotomía. Yo solo quería un hombre y una mujer en un mismo lugar.

Un gran grupo se agolpó en la ventana cristalina, y se quedaron bebiendo y charlando, mientras esperaban, me imagino, que nosotras empezáramos.

Ella se acercó a mí, y me comió las tetas, bajó hasta mi vulva, y metió su lengua gruesa en mi clítoris. Dejé la copa en una mesita de noche, y me tiré a la cama, abrí bien las piernas, y buscamos una posición en la que nuestros mirones pudieran tener una mejor vista. Paso su lengua deseosa, y absorbió todo el brebaje que de mi hendidura salía a mares. Le embadurné la cara, y siguió chupando como una demente. Intercambiando ritmos, intensidad y presión en mi sexo.

Continuara…

sábado, 6 de octubre de 2018

Feroz: Primera Parte.



No tenia reparos en ir por lo que quería, y en cuanto al sexo, sobre todo al sexo. No podía detenerme una vez que empezaba.

Se convertía en una carrera, sin trofeos, muchos orgasmos,  y una tranquilidad tremenda por la vida.
 
Solía ser intimidante, o eso decían mis amigas. Porque ir por lo que quieres en una cultura patriarcal te convierte en puta. Yo nunca me sentí de ese modo, daba riendas sueltas a mis fantasías, y siempre dejaban de serlo.

Todo este tiempo me he tenido que reinventar en el ámbito sexual,  aprender nuevas técnicas, nuevas modas, nuevas posturas, y novedosas  maneras de autosatisfacerme. No puedo negar que el tema me interesaba mucho, y no solo la teoría. Porque: ¿De qué sirve saber tanto si no puedes comprobarlo?.

Logré ingresar a un mundo completamente nuevo para mí, repleto de hedonismo, y una oda perseverante al placer. Cuando ingresas en este lugar, se abren puertas que jamás pensaste tener, y solo basta con entrar a todas ellas.

Tenía un trabajo que me permitía poder costear estos placeres, y las fiestas, los putos que pagué, y todo lo que también gané. Nunca me faltó, porque el sexo siempre trae buenas influencias. Sin embargo, lo que me atraía de este mundo era que podía satisfacer mi pecado favorito "La lujuria".
Lo mío era netamente pasión, amaba darle a mi cuerpo todo lo que se le antojara. Me gustaba tener un alter ego, ese nocturno, feroz, que no conocía límites, y que tampoco los quería.

Me encantaba el color frambuesa, mi ropa era siempre de ese color, y se transformó en mi marca personal cuando iba a jugar. Cada vez que me ponía lencería sensual, sentía que esta prenda se aferraba a mi piel convirtiéndose en un tatuaje, en una osadía, en un fuego, me volvía una fruta, deliciosa, ácida y dulce, con detalles hermosos, esas pequeñas bolitas rojas que la componían, con ese sabor, con esa sensación, me transformaba, y me sentía feroz, deseada, apetecida, y me ponía a rondar solo con esas prendas y un portaligas por toda la habitación. Llevaba el pelo recogido, caminaba con garbo y con mis grandes piernas largas. Con mi trasero pequeño y coqueto, y mis senos, redondos y frutales.

Miraba a las distintas parejas en la sala, escogiendo a qué grupo quería integrarme. Los cuerpos se lamían, besaban, penetraban, y comían. Yo quería pertenecer a ese "Festín desnudo".

Me senté frente a una pareja que consumía coca, la chica rubia consumía de 3 líneas, y se enderezaba la nariz, o hacía ese gesto. Me quedé mirando, escuchando, y luego el chico también halaba. Ambos me miraron. La rubia se pasó la lengua por los labios, y el tipo se agarró el paquete.

 Sus pupilas se hicieron grandes, y él se paró de un salto, y nos observó sin dejar de tocar su miembro.

La rubia, que se llamaba "Sophie", una franchute recién llegada a Chile, me dijo en un precario español:

-Si, mer...please. (Mínimo).

Me invitó a pegarme una línea, y accedí.

La música cambió, y se escuchaba un bossa nova tentador.

Yo sentí un deseo por bailar, y agarré a la chica por la cintura, y me la llevé a la pista.

Nos pegamos gloriosas "Teta con teta" y nos restregamos por un rato, mientras, el hombre que venía con ella no dejaba de agarrarse el pene. Le pregunté a Sophie:

-¿Your boyfriend? 

-Non, un ami.

-Ok, cool. ¿Do you speak english? 

- A bit. 

-¡Ok! kiss me. 

Nos besamos en un sabroso y jugoso beso que se prolongó hasta que nuestras bocas comenzaron a buscar nuestros pezones.

El hombre seguía tocándose el pene, y no dejaba de observarnos. No me intimidaba, me gustaba, de hecho que me mirara con esa cara de pervertido, de animal enjaulado. Imaginaba que en el momento menos esperado  aparecería de la nada, y me lo metería todo.

La rubia tenía mis tetas en sus manos, y las chupeteaba deseosa.

Bajé mis manos hasta el final de su vestido, y agarré sus muslos con mis garras, las apreté, ella gimió, y descubrí que no llevaba ropa interior. Estaba ardiendo, estaba deliciosamente mojada. Tan lubricada, que me tenté, y metí un dedo, la masturbé rico por un rato, y metí otro dedo más, sus ojos se turbaron, y echó la cabeza hacia atrás levemente.

Yo pase mi brazo por su espalda, y ella se afirmó en él. La rubia gritó:

- ¡Julián!

 Y Julián corrió hacía nosotras, no dejaba de manosearse, estaba obsesionado masturbándose sobre la ropa.

Sophie, le quitó las manos del paquete, y bajó los pantalones de Julián. Julián tenía una postura infantil, y se dejaba desnudar por Sophie. Y Sophie se tocó la cabeza en señal de que estaba loco.

Y Julián dijo:

- No, no estoy loco, Sophie culiá. Esta maraca francesa me tiene hasta las huevas con sus pendejadas. Le gusta que me paré aquí como imbécil mientras ella me desnuda, y me usa de juguetito sexual.

-¡Ah! Pensaba que de verdad tenías un problema mental.

-No, es todo parte del juego de hoy. Nos gusta jugar a los roles, y hoy soy el imbécil enfermo que no sabe quitarse la ropa sola.

-Comprendo, sutil.

- No tengo nada en contra de las personas con necesidades especiales.

-¡Súper! Miré hacia otro lado.

-Ok. Bajó la mirada.

-¡Mira, tranquilo! Igual follaremos, porque eso quiero, además me parecía exquisito verte ahí parado tocándote como un perverso.

Me quedó mirando, mientras ya quedaba absolutamente desnudo.

Sophie le tomó la mano y lo acostó en una de las camas exquisitas que estaban dispuestas para tener sexo.
Frente a esta cama había una vista maravillosa y verde. Se escuchaba la naturaleza salvaje, y nosotros nos uníamos a esa música animal.

Continuara...