Lamer, lamer y lamer. Mi boca solo pensaba en saborear su
pene que se ofrecía ante mis ojos erecto y perfecto. Posar mi lengua por su
glande, posar mi lengua sobre la base, apretar en ese sitio, utilizar mi mano
de arriba abajo en una perfecta sincronía con mi boca que succionaba la punta
de su hermoso falo. Y pensaba: Esto es melodía, escuchando el succionar de mi
pequeña boca en su hermoso dulce. Tomar el primer brebaje que te entrega.
Sentir una sed arrolladora, esperando el premio final, un chorro de su jugo
celestial que me llenara la boca, que pasara por mi garganta, que chorreara por
mis labios carnosos, pensaba en lamerlo por completo, atraparlo con mi lengua,
hacer círculos en su prepucio…incitar con más vehemencia que acabara en mí.
Lamer, comer es un arte, requiere de técnica u algún tipo de
conocimiento para hacerlo más ameno y óptimo si se quiere llegar a la
culminación. Pero como también me gusta lamer un buen pene, el sexo de una
mujer me parece igual de atractivo, abrirlo como si se tratase de una flor, ver
los pliegues, explorar con mis dedos buscando el clítoris para presionar
deliciosamente en esa zona golosa, primero como un gatito, para luego mi lengua
pase sobre todos sus labios, mordisquearlos, saborear como lentamente corren
sus fluidos por mi boca y me empapa con su excitación. Ir de nuevo al botoncito
tierno que se esconde entre pliegues, comerlo y contornear mi lengua para que
la presión sea más intensa, esperar que su pelvis empiece a moverse
compulsivamente, anunciando el gemido, la alteración de sus sentidos, meter un
dedo en su hendidura mientras la hago llegar…y termine acabando exquisitamente,
y mi dedo este cubierto por el fruto de mi lengua experta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario