jueves, 23 de agosto de 2018

ORAL SEX


ORAL SEX
Licking, licking and licking.
My mouth was only thinking in tasting his penis, perfect and erected in front of my eyes. Laying my tongue on his glans and then on the base, squeezing that place, moving my hand from top to bottom, perfectly synchronized to my mouth sucking the tip of his beautiful phallus. Meanwhile I was thinking: the sound of my little mouth sucking his sweet lollypop, drinking the beverage that comes from it and feeling this overwhelming thirst while waiting for the final prize: A stream of heavenly juice that will fill my mouth, pass through my throat and drip into my fleshy lips is all pure melody. I was thinking in licking it all, catching it with my tongue, and making circles on his glans…inciting him with vehemence to cum on me.
Licking and eating is art. It requires technique or some kind of expertise to do it more enjoyable and optimal if you want to reach the climax. Just as I like to lick a delicious penis I also find woman’s vagina very attractive.I like to open it as if it were a flower, have a look at the folds, explore it with my fingers in search of the clitoris and press that eager zone pleasurably, like a kitty would do. Then go all over those lips, bite them and tasting the fluids slowly running into my mouth and soaking me with excitement. And once againback tothat tenderbuttonhidingintofolds, eatit and roll mytonguetomakethepressure more intense. Waitingforthe pelvis toshakecompulsively, announcingthemoan and thealteration of thesences. I like to put a finger inside of the hole while i make it reach the orgasm…and cum deliciously on my finger as a result of my expert tongue.

miércoles, 15 de agosto de 2018

La Primera Cita


Me gusto jugar, un tiempo, es que es tan fácil cuando ingresas a estas cosas de citas. No deberían llamarse páginas de “Citas”, la cruda verdad, es un sitio donde te juntas con muchos hombres sedientos de sexo.
Al ser mi primera vez ingresando a esos sitios, mi mirada era más inocentona. Bastante ingenua fui al pensar que en algo así podría encontrar el amor de mi vida.
Cuando la realidad me choco de golpe, y entendí el juego.
Fue entonces cuando comencé a sentir la fiebre uterina.
Mis bellos 27, siempre los recordare.
Me hice mi cuenta, comencé a recibir cientos de mensajes, y como buena selectora fui descartando con quien y con quien no hablar, mirando cientos de fotos y dándome cuenta de que el mercado en Chile era pésimo. Lo que me ofrecía era una aberración, así que en mi mayoría y de suerte que muchos extranjeros estaban llegando a Chile, encontré una variada gama de chicos, entre ellos los más popularares “españoles”, ese acentito rico que tenían, las palabras como “Coger” “Follar” “Correrse” fueron muy significativas para mí.
Embelesada por sus “S”, me fui metiendo en el mundillo, y el delicioso camino que se me ofrecía, al conocer un centenar de hombres que se adecuaban a mi “Estereotipo”. A pesar, que de todos los que me cogí fueran extranjeros, me terminé enamorando de un chileno.
El primer chico que conocí,
El primer hombre que conocí, en una época de mucha vulnerabilidad fue un piloto comercial, quien mintió en su edad, porque era un cuarentón (Yo no entendía porque mentía, si además estaba dispuesta a probar con un viejito).
El tipo era bastante guapo, rubio, 1.80, su cuerpo estaba bien cuidado, debo decir que todo de él me llamaba la atención, y tenía unas ansías por estar con alguien mayor, así que después de un buen tiempo nos juntamos, no se imaginan el nerviosismo que sentí.
Hablamos un buen rato, se veía bastante mayor que yo, y eso me excito de gran manera.
No sé cómo, pero termine aceptando en la primera cita irme a su casa. La mezcla de osadía, miedo, incertidumbre me apretaba el estómago, pero sin más me lancé (Con el tiempo comprendí que el tipo estaba bien acostumbrado a estos encuentros furtivos).
Llevaba mucho tiempo sin tener sexo, un año completo sin sexo, 27 años, y pensando después de una relación tortuosa que nunca más podría sentir placer.
Llegamos a su parcela, conversamos, se atrevió a besarme (Sus besos eran maravillosos) y debo decir que estaba bien lúcida, no tengo excusa en esta situación, simplemente me entregue al momento, además que algo me decía que esto no sería solo una vez. El ambiente era estupendo, el picoteo, la charla, todo tenía buena pinta. De repente, a eso de las 4:00 am me dice.

-Me voy a dormir.
Se larga. Yo quedé en el sillón sola sin saber qué hacer, claramente lo entendí como una invitación, pero pensaba: Ya, tuve las agallas de venirme a su casa ¿Ahora meterme en su cama? ¿No será muy presuroso?
Sin saber qué hacer, saque mi teléfono, mire en el chat que habíamos hecho exclusivo con mis amigas para que me aconsejaran que hacer en la cita (De todos los consejos que me dieron, no tome ninguno) escribí, nadie contesto, ya todas las muy perras dormían. Así que tome la decisión sola, camine tímidamente, y le pregunté: ¿Dónde estás? No veo nada.
Cuando una pequeña luz del televisor se distinguía, me senté en el otro costado de la cama.
- ¡Acuéstese!
Me quité los zapatos, me acosté arriba de la ropa de cama. Estaba realmente nerviosa, llevaba tiempo sin estar con un hombre, y sobre todo mucho más tiempo llevaba sin dormir con alguien del sexo masculino. Me quede mirando la televisión bien separada de él.
- ¡Métase a la cama!
-No, estoy muy bien aquí.
-Por lo menos, acércate para que regaloneemos.
Me acerqué a él, me abrazó, y nos quedamos viendo “La pasión de Cristo”, mientras Jebus estaba siendo azotado brutalmente, la corona de espadas clavándole en la cabeza, comenzamos nuevamente a besarnos, el intento tocar mis senos, pero yo no lo deje. Intento tocar mi trasero, y tampoco lo deje.
-Es primera vez que te veo, ya me metí a tu casa, y ahora me metí a tu cama. No quiero que terminemos teniendo sexo a la primera.
Apago la tv, y a mí me vino un ataque de ansiedad tremendo, estar con él, en su cama, me sentía demasiado extraña, me decía en todo momento: No debes acostarte con él a la primera, debes ser fuerte.
Nos dormimos, o al menos eso parecía ser, pero muchas veces en la noche intento tocarme sin obtener resultado, simplemente logró desabrocharme el sostén con una agilidad que me sorprendió de sobremanera, estaba acostumbrada al chico que se demoraba un montón en quitarme los sostenes o simplemente yo los sacaba de una.
Así dormí un rato, despertando incomoda porque el sostén me asfixiaba, con un calor de la puta, y le dije:
-Tengo mucho calor.
-¡Sácate la polera! Mientras decía eso, me quito la polera y el sostén arranco.
Quede en top, me tape bien, y desencajada con la situación. El como si nada siguió durmiendo.

Quedé con mis pechos al aire, me acosté nuevamente, sin poder quedarme dormida, y observando en la oscuridad sin entender nada.
Me sentí prácticamente como una presa.
Hay que decir que iba lento, lento dentro del promedio de unas 12 horas,
Yo no sé bien si me incomodaba la idea de sexo en la primera cita, o que mis encuentros sexuales anteriores habían sido tan decepcionantes que prácticamente me había rendido con ese aspecto de mi vida.
Y para sorpresa mía, esto se convertiría en una de mis mejores primeras citas, sin tener esas culpas idiotas de que me acosté con él en la primera noche.
Él había creado un ambiente propicio para que yo ese mismo día, o bien en algún momento decidiera acostarme con él.
Comenzamos a besarnos, sus besos eran exquisitos, y no pude contenerme cuando sentí una de sus manos en mis senos desnudos, luego, que iban bajando a mis muslos. Termine dejándome llevar, pensando, y actuando al mismo tiempo, mi cabeza decía: No, pero mi cuerpo respondía diferente, y sus manos jugaban apretando mis nalgas, y su boca chupaba mis pezones. Mientras que yo gemía, y débilmente acariciaba su pecho, muy nerviosa y pudorosa, comencé a bajar de a poco mi mano a su sexo, a sentirlo, a recorrerlo con mis pequeñas manos. Y en esa hermosa oscuridad, y gran cama, él se recostó en mi cuerpo completamente desnudo. Estimulando más que mis sentidos, sino también mi húmedo sexo, cediendo poco a poco, y apagando mi cerebro lleno de prejuicios, abrí mis piernas levemente, para que entrara empujando lento a mi vagina. Y como sospechaba, el problema de siempre no podía sentir nada, y se lo dije.
Él, me puso boca abajo, levanto mi trasero, agarro mis caderas, y entro haciéndome sentir una satisfacción tremenda, su dedo se fue a mi clítoris. Sentí un calor tremendo, un deseo, unas ganas incontrolables de gemir.
Era una mezcla de felicidad, y placer. No me podía contener.
 Sentía que éramos la perfecta sincronía, todo encajaba perfecto.
Agarraba mi pelo, y lo tiraba.
Le pedí que golpeara mis nalgas de vez en cuando, y eso solo lograba que no pudiera dejar de gemir, y tener un orgasmo tras otro.
Mordía la almohada para acallar un poco tanto deseo, rasguñaba y apretaba lo que pudiera, porque era desesperante sentir tanto calor, mi cara se sonrojaba con cada embestida, y encontré la posición y estimulo perfecto para sentir un fuego incontrolable que solo él pudo encender.
Ya no recuerdo cuantas veces acabe, solo sé que volvía a las pistas, y que él sabía exactamente como ponerme al rojo vivo.
Las sesiones junto a mi primera cita continuaron, llenas de pasión y fogosidad.
Es imposible, no recordar, aquella vez que terminamos teniendo sexo 15 veces en un día.
Me tomo desprevenida en la cocina, en el piso, en los sillones, en su cama, en el baño, y en todo puto lugar de su casa.
Cada vez explorando un nuevo lugar, una nueva forma de calentarme, sentía que con él conocía un poco más de mi sexualidad. Explorando diversas maneras de poner más húmeda mi entrepierna.
A la mañana siguiente le indique que estaba un poco extraña por haber tenido sex a la primera, él me dijo entre risas: ¡No fue a la primera, fue al día siguiente!
Era un perfecto amante, pero no solo eso. Y como dice mi querida Lana del Rey en Shades of cool: “And when he calls, He call for me, Not for you”. Y eso para mí significaba una sesión de sexo increíble y placentera.







Hazing (Novatada)


Era mi primer año en la universidad, y era muy típico las “Iniciaciones” en las diferentes hermandades. Mis amigas que eran mayores me habían contado distintas historias al respecto. Algunas más crudas que otras, eso dependía netamente de la hermandad a la cual quisieras pertenecer.

Yo era una chica bien rubia, de ojos color canela, mi piel era bastante blanca, mi maquillaje era suave, y me consideraba una persona muy conservadora.

Solo esperaba que lo que me contaban no fueran más que rumores.

Aplique para entrar a varias “Hermandades”. Había algunas que me interesaba entrar por los valores que tenían, y también a otras que era un modelo más superficial, que dictaba más de fiestas y actividades recreativas (Lo cual también era de mi interés por el arduo quehacer en la universidad).

Conocí a muchas chicas en las muchas reuniones que se realizaban antes del veredicto final.

Yo era de risa fácil, muy sociable. Todas me decían que apuntaba a ingresar a una de las más populares, pero eso me hacía pensar que sería una de las más “Alocadas”.

El proceso fue largo, finalmente nos entregaron a todas una carta en donde decía en cuales habíamos quedado, con el fin de que si eran varias pudiésemos elegir a una.

Me hice amiga de una morena bajita, bien agraciada, con un estilo muy “Fashion”. Su risita era sonora y contundente. Ambas nos miramos con una alegría, y decidimos abrir el sobre al mismo tiempo.

Abro el mío, y tal como pensaba había quedado en aquella hermandad más solicitada, y ninguna más.

La chica morena me miro emocionada y me pregunto: ¿En cuál quedaste?
Le dije el nombre, y ella me tomo de las manos saltando para informarme que había quedado en la misma.

La encargada de entregarnos las cartas nos informa que las fiestas de iniciación se realizaran esta noche en las casas que nosotras escogiéramos, debíamos informar a la brevedad para que nos llegase la vestimenta a utilizar para la “Party”.

No tenía otra opción más que decir que si, y la morena estaba demasiado emocionada para escuchar lo que pensaba.

Tomamos el formulario que ella firmo sin ni siquiera leer. Yo le dedique un tiempo a leerlo, era casi una especie de contrato, pero finalmente preguntaba: ¿Estas dispuesta a dejarte iniciar sin importar el reto?

Sopese un momento. La morena me miraba con presión, y dije: ¡Qué diablos! Y firme.

A las pocas horas, la vestimenta llego a mi puerta en una caja muy linda, la abrí con curiosidad, era una pequeña bata blanca, cruzada, un traje de baño y una corona.

La invitación decía: “Hoy a las 22:00 horas te esperamos para que te inicies querida novata”.

Me puse el traje de baño, encima la bata, que además tenía un lindo broche con la insignia de la hermandad, unos tacones y la corona.

Faltaba solo media hora para la hora acordada. Tocan mi puerta, abro y es la morena muy contenta, me abraza fuertemente, y no deja de dar brincos.

-Liz ¿Tu sabes lo que hacen en estas fiestas de iniciación? ¿Lo tienes claro?

-He escuchado muchos rumores, pero no creo que sean verdad del todo.

- ¿Qué rumores?

- Los de que te desnudan, te hacen jugar con consoladores. Cosas de ese estilo.

- ¿Estas dispuesta a eso por entrar a una hermandad?

-No lo he pensado mucho, pero es solo un juego. Eso no te hará cambiar como persona u algo.

-Yo tengo valores muy marcados, no sé si esté dispuesta a desnudarme frente a un grupo de chicas desconocidas solo por pertenecer a algo.

-¡Bah! Estas exagerando. El otro año nos tocara a nosotras cobrarla con las “Novatas”.

- Creo que eso no es respetar al ser humano. Podría bien ser una cena, conocer nuestros intereses, no sé. Algo más simple.

-¡Linda, a lo más deberás quitarte algo de ropa! Meterte un dildo a la boca y ya está. Piensa en los beneficios que nos traerá ingresar a una, no solo sociales, sino también laborales.

-Eso lo entiendo, esa es mi idea. Sin embargo, la idea de tener que romper mis creencias por conseguir ese “chance” me desencaja un poco.

-¡Bien! Es tu decisión no ir hoy, si eso te hace sentir mal, estas en todo tu derecho. Igual te extrañare.

- ¡Aun lo estoy pensando!

-Bueno, te quedan solo 10 minutos más para decidir. ¿Qué dices? Nos la vamos a pasar bien, podrás continuar tu vida después de esto, además estaremos juntas. Es solo un juego.

-Mhhh…Veamos que tal.

Salimos de mi habitación, y nos dirigimos a la hermandad. Había unas 5 chicas más esperando en la escalerilla.

Liz, se acercó a ellas y las saludo a todas con un abrazo. Mi sociabilidad se había ido a la mierda. Estaba muy asustada, pero me encontraba en el lugar. Salude a todas con la mano y me quede mirando la puerta, que poco a poco se fue abriendo ante nosotras.

Salió una chica estupenda, de cabellos dorados, pechos grandes, con un corto vestido y tacos aguja.

Nos dio la bienvenida, y nos hizo pasar. Todas íbamos muy juntas mirando a todos lados, era una casa grande, abrieron una última puerta y entramos a un gran lugar decorado con la insignia de la hermandad, globos, un estupendo buffet, una mesa repleta de alcohol y unas pocas mesas.

La rubia se puso al centro de las otras 20 chicas y nos dijo:

-¡Bienvenidas novatas, Hágannos el honor de comer y bebed todo esto! Es exclusivamente para ustedes, luego de la gran comida comenzaremos con la hermosa iniciación que tenemos programada. Sonrió con descaro.

Todas nos sentamos en distintas mesas, obviamente yo al lado de Liz, quien estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Puso su mano en mi brazo, lo apretó un poco y me dijo:

- ¡Ves, chica! No es nada del otro mundo, nos han recibido muy lindo y sanamente. Ahora por favor, sonríe un poco. Estas super apagada.

Comencé a relajarme un poco y a sociabilizar bastante, después de unas tantas copas, mis mejillas estaban rojas, reía constantemente y me encontraba completamente tranquila.

La chica rubia, toco una de las copas con un tenedor y nos pidió atención.

-Espero hayan disfrutado el festín, ahora viene la diversión. Y su tan esperada iniciación.

Otra chica gritó:

- ¡A desnudarse, novatas!

Me puse de papel. Liz me miro con cara de preocupación y me dijo al oído:

-Aun estas a tiempo de desistir.

Tomé lo último que me quedaba de la copa, y le dije: Debe ser un chiste.

-Pues entonces quédate y veamos que sucede.

Nos pidieron levantarnos, quitaron las mesas, trajeron unos grandes barriles de cerveza, una canasta llena de lo que me hacía suponer objetos fálicos.

Ya en ese momento, sentía que el alcohol no estaba siendo suficiente. Unas chicas nos empezaron a empujar al centro del lugar, y las 20 nos rodearon.

La rubia hablo fuerte y claro:

-Es momento de quitarse sus batas.

La mayoría se quedó mirando entre ellas, y Liz fue la única que se la quito de inmediato.

-¿Qué esperan? Quítense las putas batas.

Otras 3 más se unieron al mandato, yo me quede para mirando al vacío sin atinar a nada. Una de las chicas se acercó a mí y me quito la bata de un tirón. Y a las otras también.

-Queremos que empiecen a saltar.

Todas nos miramos de nuevo.

- ¡Que salten malditas putas sordas! Es muy simple, les indico algo y ustedes lo hacen.

Todas comenzamos a saltar.

Las otras hermanas reían a carcajadas y muy cómplices. Cuchicheaban entre ellas, y nos apuntaban.

- ¡Muy bien, quiero ver brincar esas tetazas!

Otra bien rubia se acercó a la dorada, le dijo algo al oído e asintieron.

Nos pidieron dar la vuelta sin saltar, todas giramos sin dejar de hacerlo. Una morena bien alta paso golpeando nuestros traseros.

-¡Pero que culos más grandes y sabrosos! Las chicas que escogimos este año están bien tetonas y culonas, me da un gusto mirarlas, putas.

Llego otra chica, nos quitó las coronas, y las reemplazaron por unas coronas que tenían diferentes nombres.

La chica me miro y me dijo: Tú vas a ser la puta reina.

Pellizco uno de mis senos, yo tendí a cubrirmelos y avergonzarme por completo.
Acercaron los barriles al centro, y nos indicaron que fuéramos.

Liz, tenía puesto un papel que decía: Fácil.

-Tú, la fácil ven para acá.

Ella fue casi brincando al centro.

-Te acuestas.

Se acostó, le pasaron una manguera, que ella enseguida metió a su boca, empezaron a abrir de a poco la llave de paso y comenzó a salir el alcohol.

Todas gritaban: ¡Bebe, bebe, bebe! Ella bebió hasta que termino con todo el bikini chorreado.

Así una a una. Hasta que llego mi turno de acostarme, las miré con enojo y me acosté.

- ¡No vuelvas a mirarme así, zorra!

- ¡No sabes lo que acabas de hacer, puta fácil!

La tipa me miro con una mezcla de enojo y risa. Bebí, bebí hasta que ellas creyeron que era necesario, quedé toda mojada con cerveza, y ya estaba a punto de vomitar de tanto beber.

Todas estaban ya muy ebrias, y no pensaban bien las cosas. Así que finalmente fue mucho más fácil que siguieran las órdenes.

Yo estaba muy borracha, se me había subido muy fuerte, y no paraba de reír.
Nos pidieron ponernos en cuclillas mostrando nuestros culos, la dorada se acercó a nosotras y comenzó a pasar su mano por nuestros traseros, pellizcando, golpeando y riendo.

-Ahora todas a ejercitarse, quiero 10 sentadillas, malditas zorras.

Todas nos paramos y comenzamos a hacer las sentadillas, mientras de a poco un montón de chicas trae una especie de camilla al centro.

- ¡Quédense todas muy quietecitas!

Una flaca alta, con nariz árabe paso por atrás de nosotras, y nos desabrocho la parte de arriba de los bikinis. Poco a poco fueron cayendo, y nos pidieron saltar nuevamente.

Yo a este minuto, no pensaba mucho en mi cadena de valores, era una mezcla bastante rara la que estaba sintiendo. Pero el alcohol siempre desinhibe y eso estaba haciendo conmigo.

- ¡Muy bien, putas novatas! ¿Quién se ofrece voluntariamente a subir a la camilla?
Liz entre saltos grito: ¡Yo!

-¡Muy bien, fácil! Le haces honor a tu nombre.

Se acostó en la camilla a vista y paciencia de todas.

Unas cuantas se acercaron a Liz, otras solo observaban a lo lejos mientras bebían y reían.

Le quitaron la parte baja del traje de baño, y le abrieron un poco las piernas.

-Mhh, que zorrita más bonita.

-Es muy gordita. Dijo otra.

Le abrieron los labios, una se acercó a olerla.

- ¡Tu zorra huele delicioso! Me dan unas ganas de pasarle la lengua. Metió su nariz por completo otra vez.

La giraron y le abrieron las nalgas. Yo miraba un poco confundida.

La bajaron de la camilla y subieron a las otras haciendo el mismo procedimiento.
Hasta que llego mi turno de subir, me empezaron a bajar lentamente el traje de baño. Yo me cubrí los pechos. Y otra chica me quito de manera brusca las manos de mis senos.

-¡Exploremos a esta odiosita! Te pones difícil. Debes hacerle honor a tu nombre, chica. Hoy eres nuestra putita.

Finalmente lograron quitarme por completo el calzón, me abrieron con violencia las piernas, y la dorada que me había mirado con enojo me abrió lentamente la vulva.

-Pero miren que botoncito más chiquitito debajo de tantos pliegues, tienes una vagina bien bonita, amargada. Es rosada por dentro, la piel muy blanquita al exterior.

Comenzó a presionar con su dedo en mi clítoris.

-¡Ohhhh, tus pezones se erectaron! Parece que te gusta lo que te hago, putita.
Siguió estimulando mi clítoris, yo miraba a las otras chicas a mi alrededor. Me cubrí los ojos. Una me quito las manos.

-Quiero que mires como ella te pasa el dedito por la zorrita.

La dorada se acercó a mi vagina, sin dejar de abrirla, le paso la nariz.
-Huele a que quieres ser follada.

-¿Por qué no la mojamos un poco antes? Dijo una chica de voz chillona y su cara llena de pecas.

-Mhh…Podría ser una buena idea, quizás hasta la puta es virgen ¿Eres virgen, puta?

- ¡Por favor, mírale la cara y esas tetas tan grandes! ¿De verdad crees que no se lo han metido antes? Hablo la pelirroja.

- ¿Eres virgen, puta?

- No. Suspire.

- ¿Cómo dices? Habla más fuerte.

- No. Intente hablar más alto.

-¡Maldición, esta puta me pone de los nervios! Dilo fuerte y con orgullo ¿Te lo metieron ya?

-Sí, ya lo hicieron. Grité.

- ¡Muy bien!

Una chica se le acercó al oído a la dorada, y ella sonrió maliciosamente.
-¡Tú no te bajes! Me miro con malicia.

La pelirroja se paró frente a las otras.

-¡Bueno llego la hora de lamer! Es fundamental que conozcan a sus hermanas, no solo de manera superficial, a las nuevas y nosotras las antiguas debemos crear lazos. Nos veremos seguido, las duchas son grupales. Más de una vez nos veremos todas desnudas, y sobre todo debemos crear un lazo inquebrantable. Las quiero todas en 4.

- ¡Baja, novata! Me sonrió la dorada.

La pelirroja me miro, y me detuvo agarrando mi brazo.

- ¡Esta preciosa chica de aquí, será la primera que comenzará con el juego!

-Ahora, puta fácil debes lamer cada uno de los coños de las novatas.

- ¿Qué debo hacer qué?

- No sé porque estoy empezando a creer que cuando pequeña tus padres te botaron por accidente, y te diste fuerte en la cabeza. ¿No entiendes lo que es una orden? Vas a lamer muchas “Pussy” a ellas primero, y luego a unas cuantas de nosotras.

La pelirroja me tomo del brazo, y me tiro al suelo muy cerca de los traseros al aire de mis futuras hermanas.

-Te acuestas puta, y pones tu maldita cabeza debajo de las vaginas de ellas.

Me acosté como me indicaron, metí mi cabeza entre las piernas de una de ellas. Y me quede mirando.

La dorada se acercó y me dijo:

- ¡Saca la maldita lengua!

La saqué y de un golpe bajo la pelvis de la chica a mi cara. Sentí todo su sexo en mi lengua, y boca. Me quede con la vagina de ella en mi cara.

-Ahora lames, chupas, metes dedos ¡Haz una puta cosa, zorra!

La levanté un poco y tímidamente pasé mi lengua por su vagina, era gorda y olía bien al menos. Estaba repleta de pliegues. La dorada se acercó y le abrió la vagina mostrando a las demás como yo pasaba mi lengua.

Le pregunto a la chica a la cual se la lamía ¿Cómo yo lo hacía? Y esta dijo: ¡Bien!

Yo seguí chupando con un poco de asco y confusión.

-Debes amar la vagina de tu compañera, debes amarla. Mete un dedo en esa zorrita. No te das cuenta que la chica ni siquiera se retuerce de placer. Queremos ver tu boca empapada de jugos.

Pose uno de mis dedos en su vagina, moví un poco.

-Esta chica no sabe nada ¡Observa! Solo una vez te lo voy a explicar, sino te masturbaremos todas las chicas acá hasta que aprendas como se hace. Chillo la dorada.

Ella puso su dedo en la vagina de la chica, comenzó a masturbarla, y el trasero de esta comenzó a menearse un poco descontrolado.

- ¡Victoria! Tenemos una puta retorciéndose. Grito la dorada a la audiencia.

Todas aplaudieron dando brinquitos.

-¡Eres una experta! Dijo la pelirroja.

-Ahora, tu, puta fácil. ¡Por favor, hazlo bien de una maldita vez!

Nuevamente acerqué mi dedo al sexo de la chica e imité el movimiento que doraba había hecho, la chica poco a poco comenzó a menearse violento.

-Ahora sin dejar de masturbarla, mete tu lengua también.

Metí mi lengua suavemente en su vulva, y la chica comenzó a gemir.

-¡Eso es ser una buena hermana! Gritó la dorada.

La chica siguió quejándose mientras la estimulaba con mi boca y dedo. Yo tomé un poco más de confianza y di grandes lamidas.

- ¡Mhh…Bien, cambio de planes! Tú, la morena de allá, Fácil, quiero que se la chupes a tu hermana.

Liz se levantó de un salto, nos miramos. Ella vio que mi cara se desfiguraba y susurro: ¡Lo siento!

Así llamaron a las otras, y una chica se acostó entre las piernas de Liz a lamerla.

Liz comenzó lento a acercarse a mí. La dorada miraba graciosa como Liz tímida pasaba la lengua.

- ¡Chica, estoy segura que tú sabes hacer mejor esto! Tienes una pinta de comezorras.

Liz, abrió mis labios, metió su lengua. Yo intentaba mirar un poco que era lo que hacía, pero la dorada me gritaba: ¡Sigue chupando, puta!

Todas paseaban por alrededor de nosotras, haciendo distintos comentarios
Comencé a sentir un poco de calor. Liz me chupaba y mordisqueaba mi clítoris.

Subió una de sus manos a mis senos y me pellizco los pezones, luego con su pequeña mano apretó mis senos. Yo no pude contenerme más, y de vez en vez dejaba de lamer para poder gemir bajito.

La dorada clavo sus ojos endiablados en mí y sonrió.

-Te dije que te iba a gustar, putita.

Era una fiesta de culos moviéndose, pelvis que iban de arriba abajo, la chica que me lo chupaba restregaba todo su sexo en mi cara. Liz me chupaba cada vez más profundo y pasaba su lengua larga por todos lados de mi vagina, presiono un par de veces con la punta en mi agujero. Mis pezones apuntaban al techo, sentía la respiración agitada.

-¡Bien, linda imagen que nos han regalado las putas novatas! Ahora dejen de comer zorras. Deben probar las de sus compañeras besándose.

Todas nos levantamos bastante excitadas. La chica a la que se la chupaba, se acercó a mí con sus tetas danzantes, me agarro la cara y me metió toda su lengua en la boca. Yo seguí el beso, sin ni siquiera meterle la mía. Me beso, mientras apretaba mis pechos. Tomo una de mis manos para que imitara el gesto.

- ¡Todas bésense con todas, y tóquense!

Otra chica de pelo rojo se acercó a mí por detrás, y comenzó a acariciar mis nalgas. Ambas bajaron al mismo tiempo a mi sexo, y chocaron sus manos. Sonrieron, y una poco a poco fue internando uno de sus dedos en él, la otra me masturbaba rápidamente. Luego, tomó uno de mis dedos y lo interno dentro de su agujero. Era una mezcla de piel muy gruesa, y sentía que su sexo tragaba mi dedo. Lo mantuve ahí dentro, y ella comenzó a menearse. La chica de atrás me metía y sacaba el dedo, hice lo mismo que ella con la otra chica. Todas chocábamos retorciéndonos, gimiendo, sentía unos senos en mi espalda que se pegaban. Mire, y Liz la besaba, sacaban sus lenguas y las movían locamente. La chica frente a mi nuevamente metía su lengua, y seguí el beso entre gemidos.

Todo lo que se escuchaba eran gemidos, hacían eco en la sala.

La doraba tenía una sonrisa de satisfacción. Las 20 se comenzaron a quitar la ropa.

La dorada se unió a mí, me beso. Su beso fue exquisito.

- ¿Te gusta?

-Sí. Gemí.

Los gemidos ascendieron. Una de ellas se acercó a nosotras y nos entregó consoladores, y la dorada un tipo de cinturón con un gran pene.

Yo miraba, sin dejar de ser besada, tocada, penetrada.

-Quiero que ustedes le agarren de cada lado los brazos, y otras dos le abran muy bien las piernas a puta fácil.

Cuatro chicas me agarraron de cada lado, y la dorada se paró frente a mí se amarro a sus caderas el cinturón con un pene color rosa, grueso y largo.

Yo mire para todos lados, y la pelirroja gritó:

- ¡Veo que te gusto mucho la puta fácil!

-Tiene unas tetas de ensueño, y adoro su zorrita. Dijo la dorada.

- ¡Eres una afortunada, puta fácil! ¡Eres su favorita! Grito la pelirroja.

-Veamos qué tan mojada esta la zorrita. Me miro risueña.

Introdujo uno de sus dedos en mi hendidura, y comenzó a meterlo y sacarlo rápidamente. Poco a poco se escuchaba que mis jugos se estaban haciendo presentes. Cerré los ojos, y comencé a gemir un poco más alto. Muchas chicas más se acercaron a nosotras, sin dejar de besarse, mirando de reojo una que otra. Liz me miraba con una sonrisita que me enfermó. Pero el penetrar de los dedos de la dorada me tenía la cabeza en otro sitio. Cerré los ojos de nuevo y sentí su lengua en mi sexo, chupeteaba y mordía mis labios, no dejaba de chuparme. Metió otro de sus dedos y el sonido de mis jugos era más notorio.

- ¡Estas lista! Me sonrió.

Lentamente fue acercando el pene falso a mi agujero, lo fue metiendo y abriendo mi agujero. Mi respiración se agito montones, sentía el palpitar de mi corazón. Les dijo a las chicas que me soltaran y todas comenzaron a mirar el espectáculo. Entro más y más, y comenzó a follarme. Cerré los ojos sin dejar de gemir, iban ascendiendo, me pasé la mano por la cara, sentía un placer descontrolada en cada metida que me daba.

- ¿Te gusta, putita? ¿Te gusta cómo te cojo?

-Sí, sí. Susurre.

- ¡Más alto!

- ¡Ohhh, sí! Me gusta como lo haces.

Comenzó a meterlo más bruscamente. Era grande, ardía. Pero me fui mojando cada vez más, hasta que solo sentía un placer infinito. Le agarre los senos a la dorada, se los pellizque, apreté. Ella paso su lengua por mi cara, la metió en mi boca. Nos besamos, jugueteamos en el exterior con ellas.

La dorada miro a las chicas y dijo:

- ¡Comiencen de una vez!

Mire a mi alrededor todas estaban en distintas posturas, siendo penetradas. Liz estaba en cuatro, y tenía un consolador en su vagina, y otra chica escupía su trasero para introducirlo otro por el culo. Comenzó a gritar.

La dorada me puso en cuatro, y comenzó a meterme su el dildo nuevamente, sentía el chocar de su pelvis con un poco de vello en mi culo.

Mis tetas se balanceaban debido a la brusquedad de su mete-saca.

Yo abrí un poco más mis piernas, levante algo la cabeza y gemí profundamente por sus embestidas.

Así fue como le agarre un poco el gusto por ser follada por una chica. La dorada era una experta cogiendo, y realmente me sentí la más afortunada y deseada. El sentir otra piel igual de suave como la mía, el pene falso en mi entrepierna hizo que tuviera uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Cuando al fin acabe, la dorada se acercó a mi oído y me dijo agitada: ¡Felicidades, novata! Has pasado la prueba ¡Bienvenida!


Ninfomaniaca.


Soy una chica del montón podría decir, pero claro, se supone que tengo una “Enfermedad”. Yo creo que simplemente el mundo no está preparado para un manjar como yo. Una diosa en pelota recubierta de chocolate, deseando ser mordida, comida, lamida, embestida, saboreada, en fin, que me lo metan cuantas veces quieran en palabras más simples.
¿Desde cuándo soy así? Desde siempre.
Claro, se detono más este deseo ardiente de pico a una temprana edad, andar por la vida mirando todo como una figura fálica, comer frutita y pensar: ¡Oh, el damasco! ¿Abierto, parece una vagina? Por eso creo que era buena para las verduras y las frutas. ¿Ensalada de pepino? ¡3, por favor!
Mis padres trabajaban mucho, así que tampoco estaban muy pendientes de mis descubrimientos sexuales, de todas maneras, mi primera exploración comenzó con mi cuerpo, entender cómo funcionaba, sobre todo esa zona que me causaba mucho cosquilleo cuando la tocaba.
Noches repletas mojando mis dedos en mi hendidura, oler lo que salía de esa compuerta a la felicidad, saborear, y como una catadora, lo miraba:
 -Buena consistencia, buen sabor, buen olor ¡Yummy!
La exploración me duro bastante debo decir, uno siempre debe conocer su cuerpo antes de lanzarse a los placeres mundanos, además que en casa 0 educación sexual. Más que la teoría me enfoque en la práctica. Cansada ya de las verduras, me empecé a juntar más con mis compañeritos (Más pollos) A veces pienso que debe ser por la época en que nací. La iglesia no es un buen lugar para buscar un pene (Cosas que uno aprende en el camino) además que no me interesa para nada andar pervirtiendo, más que no me interese, es como: Necesito un pene, Now Bitch.
Hoy en día está más fácil la cosa, si hubiese nacido en esta época nadie me hubiese llamado enferma y ninfómana. Hace tiempo que me dejo de importar eso, al principio lo escondía, no porque me sintiera mal, más bien era por mis papas. Por eso sentía que no era una “Ninfómana”, me gustaba el sexo, pero tenía conciencia y respeto por los demás.
Esto de vivir una vida nómade, tanto cambio de pene a pene, de cuerpo a cuerpo, no le hacía asco ni al viejito curao de la esquina. Y me gustaría explicar que era lo que precisamente sentía:
Era un calor que se depositaba principalmente en mi zona, que subía hasta mis senos, mis pezones se erizaban, mi trasero se curvaba, y mis manos enloquecían alrededor de mi cuerpecito, el contacto con hombres era “Fiebre”, el contacto con minas era “Ardor”, el contacto conmigo misma “Era una breve llama”.  Uniendo esas 3 cosas, era un volcán, y vaya que hice erupción cientos de veces en mi vida, y la lava que salía me la tragaba (Está llena de proteínas, y yo soy súper “Vida saludable”).
Nunca, nunca desprecies la comida, hay lugar en el mundo donde no tienen que comer, y como yo soy una golosa (Mi pecado favorito es la GULA). Siempre siento hambre, y siguiendo con la vida saludable dicen: Desayuno, colación, almuerzo, colación, once y cena.
Entonces siguiendo esta pauta de dieta:
Desayuno: 5 culeones (Desayuna como reina)
Colación: Una mamada.
Almuerzo: 2 Negros, agregado: Una chica, Bebestible: Más claro que el agua, y postre: Invitemos al vecino.
Colación: Su tijerita.
Once: El de turno.
Cena: El que me encuentre por la calle.
Chiquillas, con esta dieta, siguiéndola al pie de la letra, les aseguro tener una figura de impacto, sin tener que pasar horas en el gym, mejora tu elasticidad anal, vaginal, corporal, y si te atreves una musculatura que puede crear muchas eyaculaciones precoces gracias a tu “Zona”.

Pasando a otro tema, para el resto debo ser una “Gran Maraca”, tachada claramente por mi género, porque todos esos lindos apodos los inventamos nosotras mismas, y es pura envidia, creo que debe haber sido la congregación de las “Cartuchas de todos los tiempos” (Yo respeto los estilos de vida, respeten el estilo “Nómade”), yo no le ando diciendo a las minas, y riéndome de ellas porque sean vírgenes, siempre he pensado cada loco con su tema ¡Dejad bebed y comed en paz, hermana!  Mientras que los hombres son más básicos, más libres, menos enrollados. A veces para entender mi enfermedá, he pensado que estoy poseída. Quizás en verdad soy un hombre, me he preguntado: ¿Qué haría si tuviera un pico? Simple, culear (Esa es la representación máxima del pensamiento masculino) Además, lo de mear. ¡Puta que sería fácil mear! Yo sin ningún problema andaría meando, árbol por árbol, pasándome por la raja a la mina que cruza al frente, la que pasa cerca tuyo, la que igual le echa una ojeada. Me importaría una raja, si es algo básico, me meo en los pantalones, o si tengo la suerte de sacar la manguera y echar la cortita por ahí sin ningún pudor, pues démosle. Si dios me dio un Grifo, meemos pues.
Me imagino, las caras que ponen los hombres cuando están que se mean y logran su cometido, son las mismas que ponen cuando se corren. Me imagino al weon pensando: ¡Supremo, lo mejor que me has dado Jesuscrist! ¡Ohhh pulento, gracias por no dejarme nacer de una costilla! ¡Gracias por no tener vagina!
Soy un poco dispersa, debo decirlo, quiero volver al inicio de esta idea, pero era importante dejar en claro, que me encantaría tener un pene, creo que mi vida sería aún más fácil.
Mi primera experiencia nace, de conversaciones con mis amigos. En ese tiempo lo común para mí era juntarme con hombres, las mujeres no me trataban demasiado bien, además que no estaban explorando sus cuerpos como yo. En un grupo de chicos era común hablar de cuando se masturbaban, que les pasaba, y me preguntaban a mi si lo hacía, y yo que soy bien honesta, les confesé que pasaba más con las manos debajo de la falda que haciendo otra cosa.
Les contaba las sensaciones que me provocaban estos juegos, y uno de mis compañeros, que se creía como el más maduro, me dijo que me ayudaría con ese tema.
En la clase de gimnasia nos metimos a los camerinos, su mano comenzó a manosear mis pequeñas bubbies y me dijo:
-Tienes más tetas que mis amigas.
- ¡Cállate, y sigue tocando!
- Vi en una porno que las minas gritaban cuando les pellizcabas los pezones.
- ¡Cállate, y haz lo que viste en esa porno conmigo!
- ¿Qué sientes?
- Puta, el weon bueno pa hablar, siento cosas más abajito.
Le agarré la mano y se la metí todo, el miraba con cara de curioso y de asco.
-Tienes un poco de pelo.
-Me estoy desarrollando ya pos, soy una mujer. Le tome uno de sus dedos, y le indique que moviera su dedo de lado a lado.
- Es como una pelotita chica que se va hinchando.
- Ese es mi clítoris, creo, por lo que leí.
Comenzó a hacerlo, sus manos tocaban curiosas toda mi vagina, hasta que llego sin saberlo abajo, y metió un dedo, chillé un poco, pero le dije que continuara porque se sentía rico.
-Ahí es donde me tienes que meter tu cosa, pero hay que cuidarse. ¡Déjame verte el bicho!
-No es bicho, se llama pene.
-¡Sácalo! No que te las sabes todas.
-Sí sé que tengo que meterlo ahí.
Saco su modesto pene de chiquillo, yo lo tome, lo mire, mis ojos brillaban antes tal descubrimiento, lo apreté, lo acerque a mi boca, le pase la lengua y estaba maravillada.
-Teni que chuparlo.
Lo metí a mi boca, loca de ansías, y el bicho se iba haciendo un poco más grande, quería comerlo todo, poco a poco iba ingresando más a mi boca, y el chiquillo esté por fin estaba callado. Miraba sin entender nada, y abría un poco la boca. Se lo chupe, chupe, y chupe, sabía que había un premio, y como una sustancia comenzó a salir ese líquido transparente, un chorro humilde, que gustoso decidí probar y tragarme.
- ¡Ohhh te pasaste!
- ¿Y cuándo me lo vas a meter?
- ¡Vamos mejor, otro día! ¿Oye, le puedo contar a los chiquillos?
- Sí, quiero chupárselo a todos.
Bueno, ese fue mi primer encuentro con un pene, necesitaba más acción, pero eran muy pendejos para que me dieran lo que quería.

Paso de boca a boca, ya todos, al menos la mayoría de mis amiguitos sabían del negocio que me traía entre manos, y yo ni tonta, ni perezosa, comencé a saciarme. Me sentía en el mejor momento. No Era juzgada, era alabada. Ninguno se atrevió eso si a metérmelo, pero era cuestión de tiempo hasta que probase esa nueva experiencia.
Citaba a los chicos al camerino, solo escuchaba aplausos, y que era maravillosa chupando penes, cada vez podía meterlos más adentro de mi boquita codiciosa. Hasta que no solo supieron los de mi curso, sino de otros más grandes. Me regalaban chocolates, me compraban una que otra cosa. Creo que fue el inicio de mi camino a la prostitución, sin quererlo.
Bonita inocencia, ambición por ir siempre más lejos, hasta que un buen día, conseguí lo que tanto ansiaba, no de la mejor forma.
Varios chicos mayores que yo me invitaron a una casa, yo gustosa fui con mi faldita colegiala, me quité la ropa interior antes de entrar. Eran unos 6 chicos, de alrededor de 17 años, abrieron la puerta, me saludaron normal, estaban bebiendo cerveza. Me convidaron un vaso, primera vez que bebía, además, y sentí como poco a poco el alcohol se me subió a la cabeza, descuidada de que no llevaba ropa interior, olvidaba que debía intentar mantener las piernas cerradas, hasta más que uno se fijó en esto. Reíamos, bailamos, todo se mostraba como una inocente reunión, en donde yo era la única mujer (Era cuestión de tiempo).
El más ebrio comenzó a acercarse a mí, y me dijo:
-Deberías hacer un baile para nosotros.
Yo, que estaba encantada con la situación no me lo pensé dos veces, ser el centro de atención para todos estos chicos era mi intención principal, mostrarme, que me miren con deseo (Me encanta cuando me miran con esa cara de perversión).
Me subí al centro de una mesa, comencé a bailar sensualmente, mientras de distintas perspectivas me agabachaba un poco para que se pudiera ver mi trasero al aire, todos gritaban: ¡Ohh, la mina! Y le pedí a la audiencia que no fueran tímidos, y al tiempo que yo me iba quitando la ropa, ellos se quitaran al menos los pantalones.
Comencé a danzar, a tocarme mis ya desarrollados pechos, levantaba de vez en cuando mi falda para que vieran mi zorrita, ninguno se atrevía a acercarse a mí, solo contemplaban con libido la escena. Cuando comencé a posar mi dedo en mi clítoris, y a estimularlo dejando salir pequeños gemidos, podía observar que a los chicos se les iba notando que estaban muy excitados, uno dijo:
¡No me aguanto! Y saco su miembro, y comenzó a masturbarse, mis ojos brillaron, y seguí tocándome, y poco a poco había 6 penes al aire, pajeandose por mi danza, se comenzaron a acerca más a mí.
-Me dijeron que eras buena chupando pico, quiero saber si es verdad.
Me puse en cuatro, y comencé a chupar al primero, los otros también se acercaron más. Me hice un moño, y sentía que dé el tiraban para que chupara los diferentes penes, había normales, y uno muy grande. Uno de ellos, comenzó a acariciarme el sexo, a meter sus dedos en mi hendidura, y yo gemía, y me obligaban a seguir chupando. Uno de los penes se acercó más a mi trasero, y sentía como golpeaba mientras se masturbaba. Uno eyaculo en mi boca, otro me quito la blusa, para agarrar mis tiernos pechos, otro decidió besarme, sentía que me penetraban los sentidos, pero aun nadie se atrevía a metérmelo. Terminaron por quitarme todo, multitudes de manos pasaron por mi vagina, no podía parar de gemir, por mi boca chorreaba el semen, en mis pechos me empaparon, tenía el trasero completamente mojado, al igual que mi sexo. Hasta que por fin el pene grande se atrevió, me dio vuelta, se puso un condón y comenzó a metérmelo suavemente.
- ¿Eres virgen?
-Sí. Dije entre gemidos.
Me agarro bien las caderas, y entrelazo mis piernas a sus costados, mientras cada vez entraba más profundo, sentí un ardor, algo que se rompía, le costaba un montón entrar, el dolor era punzante, a pesar de que me encontraba muy mojada.
Siguió metiéndolo, lentamente, con cuidado, mientras me decía que más adelante este dolor no se provocaría más. Yo solo pensaba: quiero pasar por esta fase, quiero poder hacerlo todos los días, sin sentir tanto dolor.
Finalmente, acabo dentro. Me tendió la mano, para levantarme, y mis piernas temblaban, no podía caminar bien, tomo mi ropa, me empezó a vestir, y les dijo a sus amigos que ya el juego había acabado.
Fue un tierno gesto, para mi primera vez, a pesar de que yo solo pensaba en tener cientos de penes que se introdujeran una y otra vez, por siempre.

Inmoral, me han dicho algunas decentitas. Que soy una inmoral, que no tengo vergüenza, ni tapujos. Y es simple: Si me importase un céntimo lo que me dicen las “Virgencitas” me daría un shock cerebral, no pretendo ser modelo a seguir de nadie, solo quiero satisfacer las ganas que me tengo y que me tengan. No nací para ser de alguien, solo yo me pertenezco. No soy una mujer que ha nacido para querer, no puedo serle fiel a alguien. Porque en primer lugar no me soy fiel a mí misma. Siempre me digo me voy a asentar, me voy a permitir tener algo serio, y cuando estoy en esas me veo envuelta en un griterío de los mil demonios. Opte por andar sola, y volverme loca por mi cuenta, y no rendirle a nadie comentarios.
Escuchaba desde muy pequeña, ahí va la srta que lo lame todo, sin pudor, sin sentirme un poco avergonzada, la verdad es que me sentía halagada, de hecho, gustosa hubiera salido con un cartel:
¡Se chupa gratis!
Sentir aquella libertad que yo misma me profesaba, andar por las calles a altas horas de la noche, en donde los miembros comienzan a salir. Me inyecto una dosis de energía para poder saciar esta sed ferviente, el tocar, el rozar, el mirar, oler, degustar, porque siempre he sido presa de mis sentidos, de mis deseos, de mis instintos básicos. Voy por la vida siendo un “Ello” en constante, no he pensado nunca con mucha claridad, y ni aquella vez en que fui follada por un pequeño macho alfa. Dicen que marca tu primera vez, yo no sé si me marco el hecho del dolor que sentía, o el hecho de que nunca más lo volvería a sentir, y podría disfrutar enteramente. y es verdad bastaron unas juntas más con mis chicos para sentirme preparada para algo mayor.
No fue muy difícil disfrazar este “Deseo” frente a la gente que me importaba, y que no viviera lo que yo vivía. Era mi “Karma”, mi papel, la intérprete de mi libido, buscando manejar mis emociones básicas al máximo posible, no teniendo éxito, me tuve que alejar e irme a un lugar en que me entendieran, con un grupo que sintiera lo mismo en mayor o menor medida.

Ser una incomprendida me satisfacía, no tenía descaro. Me gustaba poder dar rienda suelta a todo lo que electrizaba mi ser. Era la gran “PUTAZA”, y ganar dinero a través de lo que me apasiona, es una ventaja que no todos tienen.

DIOSA
Sus pechos se balanceaban sobre mi cara, su vagina la sentía tan apretada, tan mojada, que el solo meterla se escuchaba el palmoteo, de mi verga en su estrecha conchita.

Gemía como poseída (En esos momentos uno se pregunta. ¿De verdad lo estaré haciendo tan bien? Solo un segundo) Porque ya era bastante estimulante que chillara como endiablada, sentía cada vez que se tensaba.

Gritaba, su cara cada vez más distorsionada, sus ojos en blanco.
-¡Dame unas nalgadas! Me agarra la mano y hace ademán de que la golpee.
Le planto unos buenos cachetazos en el culo tremendo que saltaba en mis muslos.

-¡Dime cosas sucias! Gimiendo.

- ¿Eres mi puta? ¿Te gusta ser mi puta?

- ¡Sí, sí! Quiero me la llenes de leche, quiero todo tu semen en mi zorrita, quiero sentir cuando te vienes y me lo metes más rápido, y duro.

Solo escuchar a una mujer que diga esas cosas, provoca en tu cerebro un deseo gigante por cumplir con sus deseos. Estas entre el acabar pronto, y el durar más para no quedar como un precoz, pero sus pechos, sus gemidos, sus palabras sucias, las palmadas en el trasero. La di vuelta, la puse en 4 y se lo metí de una. Agarrando sus caderas fuertemente, escuchando entre gemidos que la llenara, sin más, sintiendo que la sangre me hervía, solté el chorro, me quede acostado en su espalda escuchando sus jadeos, hasta que finalmente me despegue, me quede contemplando como brotaba de su zorra mi líquido.


Sórdida


Juegos. Me encantan los juegos. Pero que se vuelvan reales y sustanciosos. 
 
A veces no puedo recordar que tipo de juegos son los que más me enloquecen.

Aunque siempre, siempre he tenido en mi mente la idea de que no sirvo para el amor. Ni siquiera le he dado un momento para dejarlo entrar.

 ¿Por qué? . Por qué escogí esta profesión y decidí por cuenta propia que el amor no era para un ángel sexual como yo.

El primer juego fue a una edad temprana, con chicos que no tenían experiencia, y que solo pedían por curiosidad que se las lamiera, y yo lo veía tan tierno. Que ni modo, se las besé a todos, se las comí a todos, pero no sabía cómo se hacía. Así que solo me dedicaba a darles besos y a mantenerla en mi boca.  

Saboree de todos los tamaños ni siquiera eran penes promedio que me ofrecía el mercado del descubrimiento sexual. Para luego dar paso a algo más grande. Un hombre. Un verdadero hombre 30 años mayor que yo, que me volvería una viciosa. 

Este fue mi segundo juego y el más duradero. Se podría decir que fue una "Seudo relación".

Yo era su chiquita de ojos tristes. Siempre me decía:

- Mi chiquita solo sientes felicidad cuando te lo estoy metiendo, es la única vez que veo que brillan tus ojitos mi nenita, eres una viciosa.

Desde muy pequeña supe que esto me gustaría, sobre todo cuando estuve con ese HOMBRE, que me enseñó a gozar.

 Me dijo, mientras metía un dedo en mi sexo y yo turbaba los ojos. 

- Lo que ahora estas experimentando, Chiquita mía. Es algo sublime, jamás debes sentirte avergonzada por hacerte adicta a esto. 

 Y cuando volvía a señalar ESTO, me introducía un dedo más. 

- Estas completamente mojada para mí. Dulce nena. Abre un poco las piernas.

Me abrí, mientras aún seguían sus dedos jugando en mi vagina. Bajo hasta ella y empezó a comérmela. Saboreo mis labios e introducía su lengua afilada y lujuriosa. Yo escuchaba como me estaba comiendo lentamente, como mordía mi clítoris delicadamente, sentía la presión de su lengua en esta. Mis piernas tiritaron, mi boca se abrió, suspire, y suspire tiernamente. Mi hombre había logrado hacer que me corriera en su boquita de cielo. Siguió lamiendo, y yo me desesperaba y tendía a cerrar las piernas, apretaba su cabeza que no escapaba de mis muslos, y él seguía lamiendo y tomando mi brebaje hipnotizante. Se frenó, me miró, se me acercó y me brindo un abrazo.

-Estoy orgulloso de ti, chiquita. Saciaste un poco mi sed, tu cosita sabe bien. Ahora nenita, recuéstate en esa cama.

Asentí. Y como una niña obediente me recosté.

 El lentamente me quito el vestido, y el sostén. Comenzó a acariciarme los senos con una ternura que me enloquecía, y a la misma vez me excitaba, pero cuando quería volverme loca, me indicaba con la cabeza que no y debía controlarme.

-No, chiquita, hagamos esto lindo, por lo menos la primera vez que sea una experiencia linda para ti. No quiero dañarte.

Me besó. Sentía como su lengua buscaba juguetear con la mía, y seguí su ritmo. Comenzó a besarme la frente, las mejillas, el cuello, a introducir su lengua en mi oído, y a gemir en él. Y bajó nuevamente a mis senos, esta vez jugueteo lindamente con mis pezones, su mano bajó otra vez a mi sexo, y sentí un extraño calor en mis mejillas por el contacto de sus manos heladas en mi calentura. Escupió en su mano y me la paso por ahí.

-Te quiero bien mojada para lo que voy a hacerte ahora, chiquita. Necesito que estés tranquila, va a doler un poco, pero te encantara después mi pequeña viciosa. Pero antes de eso, te enseñare algo más…

Se desabrochó el pantalón, saco un miembro mucho más grande y maduro de lo que había visto antes.
-Toca, pequeña…toca ¿Has visto algo así antes?

-Sí, la de mis amigos, pero no era así de grande como la tuya.

-Aprendes bien, las mujeres siempre deben decirle a los hombres que son grandes, que son las más grandes que han visto nunca ¿Te gusta mi pene, chiquita?

- ¡Me gusta!

-Entonces ahora harás algo por mi ¿Bien?

-Haré lo que quieras.

-No, no debes hacer lo que quieran, debes hacer siempre lo que tú quieras, yo ahora solo te enseñare, pero entiende algo chiquita, tú debes hacer lo que se te apetezca, debes disfrutar. Yo solo te enseño ahora. Bien, quiero que tu boquita lo bese.

Me acerqué a su miembro erecto, comencé a darle muchos besos por todos lados tímidamente, mientras sonreía. Era raro para mí este juego. 

-Ahora mi pequeña, quiero que intentes meterlo en tu boca, no lo muerdas e intenta que tus dientes no me rocen, intenta que entre bien al fondo, hasta lo que más puedas o que al menos choque en tu paladar. Abre bien tu boquita.

Yo abrí bien la boca, y empezó a introducirlo, tomando nota de todo lo que me indicó. Y me quedé con el adentro, y lo miré.

El me tomo de las mejillas, y me quito el dulce.

-Ahora mi pequeña, debes chupar, lo metes en tu linda boquita, juegas al adentro, adentro cada vez más con tu boquita ¿Entiendes?

Yo lo miré con cara de no comprendo lo que dices.

-Bien, chiquita, mételo de nuevo en tu boquita. Yo te enseño.

Nuevamente lo metí en mi boca, y él puso una de sus manos en mi cabeza. Comenzó a presionar para que entrara más y delicadamente cogía mi pelo para tirarme para atrás.

- ¿Entendiste?

Me fui de nuevo a su pene, comencé a chupar, chupar y chupar, lamí sus testículos, jugué con su glande, experimente con mi lengua en los contornos de su prepucio, llené mi boca de baba y me separó del dulce.

- ¡Oh, chiquita, casi haces que me corra en tu boquita! Tranquila. Ahora bien, recuéstate nuevamente, ahora esto si va a doler un poco como te decía antes. Abre tus piernitas.

Las abrí, emocionada. Ciertamente quería más. Introdujo un dedo en mi sexo, escupió en su mano, y me embadurno de saliva. Se recostó encima de mí, apoyo su cabeza junto a la mía, y lentamente sentía que presionaba mi abertura con su pene, poco a poco iba entrando, y comenzó a danzar. Yo cerré mis ojitos, apreté los dientes, y enterré mis uñas en sus hombros.

-Me duele un poco. Lo miré contrariada.

-Dolerá chiquita, te estoy abriendo a un mundo de sensaciones ¡Este es el precio que hay que pagar para disfrutar mucho, mucho después, pequeña!

Lo metió un poco más, mis mejillas se volvieron carmesí, y sentí como me desgarraba, y como me penetraba. Sentía un calor, me mojaba cada vez más, y salían chorros de mi abertura, y lo hundió aún más, pero ahora empezó a bailar de una manera más fuerte.

-Chiquita ¿Estás bien?

Yo no respondía, solo empecé a gemir, a sentir un calor aturdidor, mi cabeza daba vueltas y gemí.
 Me sentía extraña, experimentar todo esto, escucharme, no poder contenerme y estar a punto de gritar de placer. Y escuché su voz nuevamente, pero no entendía que me decía, y se frenó.

-¡No, no, no te detengas, quiero que sigas! Le agarré las nalgas y empujé para que siguiera metiendo. 
Y el cedió, siguió.

-Chiquita, me voy a correr. Ahora va a doler, te lo meteré completo.

Me lo metió salvajemente, mientras chorros se internaban en mi sexo, y percibía un líquido caliente que me llenaba. Experimente un poco de dolor, mezclado con deseo, y tal como él se vino, yo me vine junte a él.

No podía parar de suspirar. 

Él se levantó, se abrochó el pantalón y me dio la espalda. 

Y yo tirada ahí lo miré sin entender nada, quería que me abrazara, y que me dijera "Chiquita linda, te quiero", pero no.

- ¡Oye! ¿Me mentiste?

- ¿En qué iba a mentir?

-No eras virgen, una virgen no goza de esa forma. He estado con bastantes niñas de tu edad, y eres la única que no ha llorado, no ha sangrado, y se ha puesto a gemir como una perra. Yo, personalmente solo me meto con chicas vírgenes, y tú eres una sucia putita mentirosa ¿Cuántos te han follado antes de mí?

-Nadie, no lo he hecho con nadie. Tú eres el primero.

-Uno de tus amigos pendejos te lo metió. Estoy seguro.

-¡No, te lo prometo! Eres el primero. Me abracé a sus rodillas, él me sacudió y me sentó en la cama.
-Para ser tu primera vez has gozado como una gran perra. Espera y no hables.

Se lanzó nuevamente sobre mí, y comenzó a apretar mis pezones fuertemente.  Me tiró del pelo,  me dio vuelta, y me levantó la cola.

-¡Ahora veremos si al menos tu culo es virgen! .Vociferó furioso. 

Metió toda su lengua en mi trasero, lamió, escupió unas cuantas veces, y entró sin ser delicado como antes. Yo comencé a chillar, le pedí que no siguiera, el agarró mis nalgas para entrar más. Sus dedos se posaron en mi clítoris, y empezaron a estimularlo. Eso logro hacerme gozar.

-Acá, acá si eres virgen, pero que apretada estas. Vas a hacer que me corra nuevamente. Mientras clavaba sus garras en mis caderas.

Y gemí, sentía que todo estaba distorsionado, era un dolor horrendo, pero que se suavizaba con cada golpe fuerte en mi trasero hasta dejarlo al rojo vivo, y nuevamente las convulsiones en sus movimientos. Entendí que se correría, ahora se estaba viniendo en mi trasero, al pensarlo, me excité y nuevamente sentí ese calor, ese dolor, ese deseo, esa excitación y una profunda necesidad de gritar de placer. Se quedó un momento adentro, luego se tumbó a mi lado y me miró con desprecio.

-Pequeña, nunca había tenido a una pendeja tan caliente. Iré a lavarme, quédate ahí, quiero ver como mi líquido se sale por tu trasero y tu vagina. Sobre todo, por tu vaginita, porque te lo meteré de nuevo hasta lograr saciarme, pequeña putita.

Me quedé acostada, un poco desolada y a la vez emocionada. Otra vez me lo haría, pero ya no era su chiquita. Era una más del montón, ya no me miraba con dulzura, desde ese día mi mirada se hizo más triste. 

Como una niña obediente me quedé en la posición que me indicó. Sintiendo como salía de mis orificios ese líquido aturdidor. Sentí pasos, miré, su mirada era fría, y estaba totalmente enfadado.

-Escúchame con atención, putita, esta vez no voy a tener la delicadeza de antes. Esa solo la tengo con las chicas que son vírgenes.

Comencé a llorar, no entendía porque me decía algo así, él había sido mi primer hombre, pensé que me podía enamorar. No quise refutarle, no quise discutir, solo me recosté, y observé  hacía un cuadro de una pequeña niña con vestido de vuelos y encajes que dejaba entrever sus calzones. Él se recostó sobre mí, y sin mojarme, sin nada más, entró todo de una vez, y me lo hizo salvajemente, hasta un punto que llego a irritarme, pero no me pude contener, estaba en mi esencia, yo era esto, pude gozar en mi primera vez como una virgen, mientras él con cólera me lo metía, y metía.  Volvía a sentir el ardor en mis mejillas, y las ganas de que nunca más se saliera de mí. Me golpeó en las nalgas, me dió unas pequeñas palmadas en la cara.  

Su rostro se volvió obsceno,  y su boca se volvió vulgar.

-¡Mi pequeña perra, quiero que te vengas muchas veces, quiero que grites como la maldita perra mentirosa que eres! Quiero que goces como una zorrita. y me escupió en la cara. 

Al escuchar esto,  comprendí que me gustaba así, que me gustaba que me tratara como una puta, y aspiraba a serlo algún día o mañana mismo. 

Y así fue como descubrí que una de las profesiones más antiguas del mundo, sería mi elección. Que tenía vocación, y además,  pasta de PUTA.

 Hoy,  este hombre iracundo me había hecho descubrir el amor por el sexo, pero no el amor por un hombre. Solo por el deseo, las caricias, los golpes, las palabras sucias, el ORGASMO, y que mejor…ME PAGABAN POR ESTO.

 Este era mi último y eterno juego. 

EL FAVORITO.