Veía como sus bocas coqueteaban lentamente,
Vi la lengua salir y tocarse con la otra,
Sus manos bajaron deliciosas a sus pechos.
Yo no podía dejar de contemplar esta escena, y nunca había
incursionado en el voyerismo, pero ahí estaba ella con sus nalgas cubanas, con
la piel canela, con su cabello ondulado y negro azabache, sus ojos eran negros,
sus manos eran finas, sus senos redondos y con un hermoso pezón oscuro, el
pulgar de la otra chica jugueteo con los pechos de la morena.
Me enfoque en la pelirroja, esa boca grande y chupona, unos
labios carnosos, deseosos, que bajarían sensualmente a los pezones de su presa.
Mi erección era evidente,
Estaba pensando en sacarlo, y masturbarme.
Para coronar había un curioso artefacto en la habitación
pequeña, lúgubre para mí, pero con una pequeña luz hacía ambas chicas.
Pensé: ¡Maldición, debí pagar el extra!
Ahora solo veía a dos chicas gozando, comiéndose,
lamiéndose, y provocando que mi pene quisiera salir precisamente ahora, y
entrar en cualquiera de esos dos hermosos sexos,
Me enfoqué en la morena, y contemplé su vulva abierta, era
rellena, y con unos labios gruesos, su entrada principal era color rosa, y la
pelirroja le paso la lengua, introdujo un dedo travieso que se resbalaba con la
lubricación antes dada. Ese sonido, ese sonido era glorioso me indicaba que
estaba lista para mí, que podía penetrarla tan duro, y que sus nalgas chocaran
en mi pelvis creando más música, no podía dejar ver esa imagen. La pelirroja en
su tanto, besaría ardientemente a la morena, y sus lenguas se enredarían en un
beso profundo.
La pelirroja se recostaba, y ella metía toda su cara en una
zorrita más fina, labios delgados, delicados, blanca y rosada, escuchaba entre
los lengüetazos, y el chocar de su culo con cada embestida que le daba.
Saqué mi miembro, y comencé a masturbarme, sin dejar de
pensar en mi fantasía, en abrir los ojos, y ver que una estaba en cuatro, y la
otra la follaba violento, escuché las nalgadas que le daba, y le jalaba el pelo
fuerte. La pelirroja lanzaba suaves gemidos, y sus tetas grandes saltaban al
ritmo de la morena.
Yo no sabía si seguir mirando o imaginar que yo las follaba.
Finalmente, otra luz, ilumino el raro artefacto, frente a mi
la morena, se recostó, y la pelirroja puso un enorme dildo en un extremo del
artefacto, me paso un control, y me dijo con una voz cálida: Tus pones los
niveles. El dildo ingreso en el sexo de la chica, y yo sin entender mucho,
apreté un botón y la máquina comenzó a follar a la morena, salvajemente, ingresaba
más fuerte y duro, y apreté otro botón, todo muy tranquilo, volví a ponerlo en
el nivel más alto, y otra vez la cubana comenzó a gemir fuerte y rico.
Seguí masturbándome, sintiendo que ya acabaría con tan
maravillosa imagen que tenía frente a mí, y la negra, gozaba, chorreaba, gemía,
vociferaba, sudaba, y seguía siendo arremetida por la máquina placentera.
No pude aguantar, y el semen salió victorioso y abundante.
Acabe, y el show acabo.
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